Cabe preguntarse si no es lo mismo aspirar al “cese de la usurpación” que procurar elecciones presidenciales, limpias y justas, pues, al fin y al cabo, se quiere que se vaya la Corporación Criminal en el poder, precisamente para que haya tales elecciones.
La cuestión no es tan simple. He escuchado de dirigentes políticos la idea de que la tesis de 2019 (“cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”) murió de asfixia mecánica; no se logró y ahora habría que pasar a otra cosa más realista. Arguyen que “la comunidad internacional exige elecciones con condiciones” y los demócratas venezolanos ¡cómo se van a negar ante requerimiento tan exigente de quienes han apoyado tanto!
Lo primero que hay que decir es que no es una discusión honrada. Se sabe que hay partidos de los que controlan la Asamblea Nacional que están precipitados hacia elecciones de cualquier tipo, con Maduro o sin Maduro, como lo dijera sin ambages el diputado del G4 que tiene a su cargo el manejo del asunto con el PSUV. Lo cual significa, en plata blanca, que se aprestan a elecciones parlamentarias con Maduro y su régimen en el poder.
Además hay que decir que casi todos los partidos están divididos sobre ésta y otras materias, lo cual se evidencia en que hay miembros de ellos que están en la AN presidida por Guaidó y otros en la majadería manejada por Parra. Se podrá decir que los que se fueron a la AN de Parra fueron expulsados de sus organizaciones –lo que es cierto-, pero son expresión de agudas contradicciones políticas que no han sido resueltas sino potenciadas.
Y es esta realidad, la “mesita de diálogo”, la fraudulenta AN de Parra, el PSUV, partidos de la legítima AN dispuestos a participar en las elecciones parlamentarias con Maduro, de un lado, enfrentados a un sector de la oposición que no va a participar en elecciones de ningún tipo con el régimen en el poder y a una amplia base ciudadana que tampoco lo haría, del otro lado, la que coloca como contrapuestas en forma absoluta e irreductible la salida del régimen y las elecciones con el régimen.
Cuando se abandona “el cese de la usurpación” como objetivo que no admite interpretaciones que dejen al régimen en el poder y se opta por elecciones con condiciones, no sólo se transmite un cambio inexplicado de objetivos sino que se abre el tortuoso camino para la negociación de condiciones electorales que, mientras Maduro y su Corporación Criminal estén en el poder, jamás permitirán comicios libres y limpios. Lo que era un objetivo claro y nítido se transforma en un regateo de condiciones.
No olvidemos que la comunidad internacional no es la que marca la ruta sino que es –o debería ser- el liderazgo democrático nacional.