Carlos Falcó ha fallecido este viernes a los 83 años, tal y como ha podido confirmar ABC. El Marqués de Griñón se encontraba ingresado en estado grave en el hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid tras dar positivo en coronavirus.
Por ABC.es
Falcó saltó a las páginas del papel couché en los años ochenta, tras contraer matrimonio con Isabel Preysler, con quien tuvo una única hija en común: Tamara Falcó Preysler. Pero el Marqués de Griñón y de Castel-Moncayo ha dejado atrás una gran familia no tan conocida por el público tras su repentino fallecimiento a causa del coronavirus, enfermedad por la que, tal y como se conoció el pasado viernes, permanecía ingresado en el hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Falcó contrajo primeras nupcias con Jeannine Girod en 1963 y fruto de su matrimonio nació su primer hijo, Manuel, que llegó al mundo en California. A sus 56 años, es un hombre muy discreto, que siempre ha tratado de mantener un perfil bajo, y trabaja como director global de banca de inversión de la empresa Citi. Junto a su mujer, Amparo Corsini, y sus tres hijos, Carlos, Manuela y Mariana, viven alejados del foco mediático en el barrio londinense de Chelsea. Con Girod tuvo también una segunda hija, Sandra, marquesa de Mirabel -título que heredó de su abuela- quien, dicen, siempre fue el «ojito derecho» de su padre. A sus 51 años, trabaja dirigiendo una empresa familiar de vinos y aceites, y está casada con Jaime de Carvajal y Hoyos, sobrino de la desaparecida Duquesa de Alba, con quien tiene tres hijas: Isabela, Camila y Blanca.
Pocos años después el matrimonio llegó a su fin cuando Jeannine Girod se enamoró de Ramón Mendoza y dejó atrás la vida en el campo junto al aristócrata. A finales de los 60 consiguieron llegar a un acuerdo de divorcio (en 1971 obtuvieron la nulidad) y Falcó logró quedarse con la custodia de los niños.
Tras unos años en los que el corazón de Carlos Falcó se mantuvo cerrado al amor, llegó a su vida Isabel Preysler, aún casada por entonces con Julio Iglesias. En 1980 se dieron el «sí, quiero» en una boda que acapararía irremediablemente la atención de la prensa y, un año después, llegó al mundo la más conocida de las hijas del marqués, Tamara. Preysler pasó de una ajetreada vida codeándose con famosos a una tranquila retirada al campo. Fue entonces cuando su vida social comenzó a distanciarse de la de su marido, que no disfrutaba de este tipo de actos en sociedad. En una de sus habituales cenas en la capital, Preysler conoció a Miguel Boyer, una amistad que dio mucho de qué hablar. El matrimonio desmintió todos los rumores categóricamente en una entrevista concedida a la revista «¡Hola!», pero apenas unos meses después de su publicación, en 1985, se separaron.
Tras su corto e intenso matrimonio, llegó a la vida del marqués la mujer que tal vez mejor se adaptó a la tranquila vida rural de la que tanto disfrutaba el marqués: Fátima de la Cierva. A pesar de su diferencia de edad -les separaban 22 años- nada les impidió contraer matrimonio en Bayona en el año 1993. Finalmente, la pareja se trasladó de Valdepusa a la finca El Rincón, mucho más cercana a Madrid, donde nacerían sus dos hijos. En 1994 Duarte y tres años después Aldara, la más pequeña del clan.
En el año 2011 su relación hizo aguas, pero no fue hasta tres años más tarde cuando formaron su divorcio y la ruptura se hizo pública. Antes de que se hiciera oficial la noticia, al marqués se le relacionó con una joven modelo, 42 años más joven que él: Esther Doña, con quien se casó en 2017. Su relación no estuvo exenta de polémica y fue mirada con recelo por muchos de sus hijos, tanto que consiguió dividir a la familia. Hace un año, sin ir más lejos, el matrimonio protagonizó una fuerte discusión por la que él terminó pasando una noche en el calabozo.
Pero lo cierto es que el Marqués de Griñón pasó hasta el último de sus días viviendo la vida a su manera, disfrutando de la tranquilidad y el sosiego que siempre dictó su vida.