El coronavirus no impide a los nipones celebrar la floración de los cerezos

El coronavirus no impide a los nipones celebrar la floración de los cerezos

Varios grupos de personas comen, charlan y se toman fotografías bajo los cerezos en flor en el parque Yoyogi de Tokio, donde ni la pandemia de coronavirus ni el impacto económico que afecta a Japón han impedido la celebración de esta tradición anual. EFE/Agustín de Gracia

 

Ni la pandemia de coronavirus ni el impacto económico que está ocasionando a Japón han impedido la tradición de contemplar al aire libre la floración anual de los cerezos, que en estas fechas siguen disfrutando libremente los nipones, desafiando cualquier intento de encerrarlos en casa.

El buen tiempo está llevando a los japoneses masivamente a las calles y parques para participar en este ritual de observación de la belleza efímera de los brotes blancos y rosados llamado “hanami”, donde comen, beben y celebran en grupo.

“HANAMI”, PÍCNIC Y ROCANROL

Entre los asistentes al “hanami” en el icónico parque tokiota Yoyogi, se han encontrado desde los más llamativos -como bailarines de rocanrol o una comunidad de seguidores de Hare Krishna- hasta los más habituales, numerosos grupos de familiares o amigos haciendo pícnic.

Algunos juegan a pasarse pelotas de voleibol, béisbol o fútbol y a lanzarse un disco volador en un ambiente festivo, familiar y desafiante al posible contagio del coronavirus.

Este domingo, por ejemplo, se encontraba hasta un corro de jóvenes españoles, que entonaron el éxito musical “Tusa” entre bebida y bebida junto a otros grupos de nipones más silenciosos.

Pese a que han sido numerosas las cancelaciones de viajes turísticos al país en las últimas fechas, en este parque se mezclaron japoneses y extranjeros durante largas horas.

“Tengo sentimientos encontrados. Es bueno ver a la gente disfrutando de la vida, pero al mismo tiempo da un poco de miedo”, afirmó a Efe Mathieu Rauly, un joven francés de 25 años residente en Tokio que paseó por el parque durante unos 20 minutos, pero que se habría quedado más tiempo si no hubiera sido por el temor al contagio.

Esta floración de los cerezos o “sakura” es un fenómeno estacional que se suele dar en Japón durante solo dos semanas entre finales de marzo y mediados de abril. Este año comenzaron a brotar el 14 de marzo, la fecha más temprana desde que se empezaron a tomar registros en 1953.

EL DILEMA DE LAS ADMINISTRACIONES LOCALES

Las celebraciones en algunos de los puntos más icónicos de la ciudad fueron modificadas para evitar grandes acumulaciones de personas: en el río Meguro no se han iluminado los árboles por la noche, mientras que el parque de Ueno faltan los habituales camiones vendiendo comida de temporada.

Después de las imágenes de celebración y reunión en los parques tokiotas a lo largo del fin de semana, la gobernadora del área metropolitana de Tokio, Yuriko Koike, afirmó este lunes que medidas de confinamiento más estrictas podrían ser necesarias para evitar la propagación del virus, incluido un posible cierre de la capital.

Koike había expresado pocas semanas antes que quitar el “hanami” a los japoneses es como arrebatarles los abrazos a los italianos, en relación al fuerte carácter cultural de una tradición que ya aparece en “El cuento de Genji”, un libro japonés del siglo X.

Aunque permitió que los vecinos de Tokio fueran a título personal a disfrutar las vistas al aire libre, el gobierno de la capital japonesa sí pidió que se evitaran las fiestas, especialmente aquellas organizadas en interiores, y que se tomaran las medidas básicas de higiene, como toser en el antebrazo o lavarse las manos.

Así, los nipones han podido celebrar bajo los cerezos una tradición que, al final, celebra la belleza de la fugacidad y la fragilidad. EFE

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