Cuando la casa se convierte en sala de redacción (Video)

Cuando la casa se convierte en sala de redacción (Video)

Reporteros y directivos de la Voz de América continúan el trabajo desde casa. Hubo que improvisar estudios de radio, televisión y redacciones, como parte de las medidas para frenar el brote de coronavirus. La periodista Alejandra Arredondo narra su experiencia.

 

Esta semana por mi sala han pasado economistas, dueños de fondos de inversión, mis jefes y editores.

Por Alejandra Arredondo / voanoticias.com

En el mismo sofá donde se han sentado amigos que me han contado sus desamores, donde hemos llorado, reído y nos hemos enternecido, han venido a parar las personas que rodean mi labor como reportera.





El trayecto en el metro, los veinte minutos donde me miraba en los ojos de los demás e imaginaba si ellos, también, tuvieron un largo día, fue reemplazado por un gesto rápido y robótico: cerrar el portátil.

Donde antes veía, como proyectadas, las bolsas de valores desplomándose o al presidente Trump asegurando que todo va a estar bien, queda el muro de ladrillo que separa mi apartamento del vecino.

Para mi compañera de casa, soy su fuente de noticias. Y no hay mucho más que contar aparte de lo que llena periódicos, tuits y las voces de los presentadores.

Hacemos la cena. Mi hermana dice que hoy quiere probar a cocinar papas fritas. Está viviendo aquí ahora, al menos esto se pasa en familia.

La sala de redacción pasó a ser un chat y los chistes que antes vociferábamos de una esquina a otra son memes reciclados. Nos escribimos entre los compañeros al final del día, a ver cómo ha ido y la historia es similar. Como escribió uno de mis colegas, contrario a la sabiduría popular, nos trajimos el trabajo a la casa.

Al menos podemos, no como tantos otros, en todas partes del mundo, que esta epidemia dejó a la deriva. Lo hemos mostrado en reportajes en Colombia, Estados Unidos o Venezuela.

Tuvimos que armar una mesa en el apartamento que ahora sirve de consultorio psicológico, aula de clases y redacción.

Al menos, insisto, podemos.

Video VOA