Brasil reportó este sábado 22 nuevas muertes por coronavirus, con lo que el número total de fallecidos se elevó hasta los 114, mientras que los casos confirmados crecieron un 14 % en un día y se ubicaron en los 3.904, informó el Ministerio de Salud.
Las autoridades sanitarias señalaron que la tasa de letalidad de la enfermedad en el país se ubica en el 2,9 %, según divulgaron este sábado en una rueda de prensa en Brasilia, en la que indicaron que el 90 % de los óbitos corresponden a personas por encima de 60 años.
El estado de Sao Paulo, el más rico y poblado de Brasil, con unos 46 millones de habitantes, continúa siendo el principal foco de la pandemia en el país con 1.406 infectados y 84 fallecidos con COVID-19.
Por detrás se sitúa el estado de Río de Janeiro, el tercero más populoso del país y que acumula 558 positivos y 13 muertes.
Según el Ministerio de Salud, hay al menos 569 infectados con COVID-19 ingresados en la red de hospitales del país.
El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, pidió en su comparecencia “racionalidad” en el enfrentamiento a la pandemia y no tomar decisiones “por impulso”, ni judicializar la crisis sanitaria.
“Vamos a movernos por la ciencia y por la parte técnica en la planificación, pensando en todos los escenarios”, aseveró.
En este sentido, recomendó quedarse en casa y “disminuir la circulación de personas”, un mensaje que contrasta con el del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ha pedido en los últimos días la vuelta al trabajo y ha calificado las cuarentenas decretadas por algunos gobernadores regionales de “crimen”.
“Sabemos que vamos a tener días duros”, aseveró el ministro.
EL CORONAVIRUS NO ES LO MISMO QUE EL H1N1
Asimismo, subrayó que la pandemia de coronavirus es “totalmente diferente” a la de H1N1, que surgió en 2009.
“Quién piense que es lo mismo, va a equivocarse mucho”, expresó Mandetta.
En una entrevista a TV Bandeirantes, Bolsonaro criticó en la víspera el confinamiento de la población, minusvaloró la gravedad de la crisis al recordar que el año pasado “murieron 700 personas por H1N1” y afirmó que el coronavirus, “para el 90 % de la población, es una gripecita o nada”.
El ministro de Salud manifestó, sin embargo, que “tal vez” en el futuro sea necesario el “encierro total” de “algunas ciudades”, pero descartó de plano una cuarentena agresiva en todo el país.
“Eso es un desastre”, apuntó Mandetta, quien apostó por graduar las acciones de confinamiento en función del número de casos y muertes.
“Donde veamos que estamos perdiendo la guerra, apretamos. Pero juntos”, subrayó.
Asimismo, consideró que las cuarentenas “tienen que ser muy bien pensadas” porque “hay que garantizar los alimentos” a las comunidades más vulnerables, ante lo cual anunció que “establecerán algunos criterios” para adoptar ese tipo de medidas.
En muchos estados y municipios del país, las autoridades locales ya han adoptado, con mayor o menor énfasis, diversas medidas para restringir a mínimos la circulación de personas y, con eso, las actividades económicas, lo que ha sido criticado abiertamente por Bolsonaro.
EL GOBIERNO SE GUIARÁ POR LA CIENCIA
Mandetta también derribó mitos en torno a la cloroquina, un medicamento usado contra la malaria y otras enfermedades, cuya real eficacia contra el coronavirus aún no ha sido totalmente comprobada y que Brasil comenzará a usar, de manera experimental, para los casos más graves.
“La cloroquina no es el medicamento que vino para salvar a la humanidad. Hay varias pistas” para combatir el coronavirus” y “la cloroquina es una de ellas”, indicó.
El ministro de Salud insistió en que en esta crisis “se está hablando de vidas” y garantizó que el Gobierno actuará guiado por “la ciencia y por criterios científicos”.
EFE