Pero esto es apenas la puntita de ese escándalo, estamos viendo los primeros capítulos de una historia que nos avergüenza como venezolanos, pero que era irremediablemente necesario que se comenzara a desvelar, para colocar a cada quien en su justo lugar. Por eso es que esos 14 “más buscados” serán perseguidos como delincuentes que integran una banda que usó indebidamente sus posiciones gubernamentales, para traficar miles de kilos de cocaína, para financiar con esos recursos diabólicos el terrorismo internacional, mientras se valían de sus operadores en Cuba para legitimar esos sucios capitales.
Ese cuadro tan bochornoso tiene por delante “mucha tela que cortar”, pues las informaciones indican que vendrán nuevos casos que arrastrarán a otros personajes que se hacen llamar, con todo el descaro del mundo, “apóstoles de la revolución del pueblo”, cuando lo que realmente son es mercaderes de drogas que producen y comercializan en connivencia con las mafias de Bolivia, Nicaragua, Colombia, Honduras y México.
Esa es la triste verdad. Venezuela está secuestrada por capos que utilizaban las jerarquías militares y las facultades policiales para traficar drogas. Mientras la población venezolana era acorralada por las más peligrosas enfermedades, entre ellas la Malaria, que reapareció en nuestro país, poniendo en evidencia el retroceso que se experimenta en materia de salud, pues bien es sabido que esa endemia había sido detenida en todo el territorio nacional. Casi un millón de personas han estado contaminadas por esa enfermedad, como consecuencia de la decadencia de la red hospitalaria en Venezuela. Estas conclusiones no obedecen a especulaciones mías, lo dijo claramente la doctora Adriana Tami, especialista adscrita a la Universidad de Carabobo, fundamentando sus alarmantes pronósticos en informes de la Organización Mundial de La Salud, que permiten asegurar que estamos en presencia del incremento más acelerado de esa enfermedad en todo el Mundo.
Mezclo estos dos escenarios para que se entienda que Maduro estaba más pendiente del tráfico de drogas, de asegurar que las pistas disponibles para la flota de aviones que transportan la coca estuvieran aseguradas, que las lanchas rápidas igualmente estuvieran al día para sacar vía marítima los cargamentos y que sus socios de la FARC, recibieran sus dólares puntualmente. Mientras tanto, el país sin salud ni comida. Y Maduro sin poder decir “que a falta de pan buena es la coca”