A Venezuela hace muchos años que le robaron la normalidad. Aunque la escasez, el desempleo y el colapso del sistema de salud no sea nuevo para nosotros, la mayoría no se ha acostumbrado a vivir así, ni quiénes siguen adentro, ni quienes tuvimos que salir. Para muchos de los que están afuera lo que se vive hoy significa recordar lo que una vez los obligó a irse, aunque las causas sean distintas, no es nada fácil. Sobre todo porque en medio de todo la tragedia que vive el mundo en la actualidad, nos toca vivir otra muy propia, la tragedia de la separación. Somos millones quienes estamos lejos de casa y que sin importar cuántos años tengamos afuera, no podemos sentirnos en casa dejando a toda o parte de su familia a kilómetros de distancia. Somos millones de venezolanos los que dormimos en otro país pero seguimos viviendo en Venezuela.
Por Brian Fincheltub
En muchos hogares de nuestra Venezuela, la gente sobrevive de las remesas que sus hijos y sus nietos les envían con mucho sacrificio. La pandemia ha obligado a muchos gobiernos del mundo a imponer restricciones a la libre circulación y medidas de confinamiento obligatorio. Producto de estas decisiones han sido muchas las empresas que han tenido que despedir a sus empleados, sobre todo empresas relacionadas con el sector turismo, restaurantes y entretenimiento. Sectores donde precisamente trabajan la mayor parte de los migrantes venezolanos. Su situación hoy es de total vulnerabilidad, pues el migrante en sus primeros años fuera tiene un estatus muy precario, en el cual aunque puede llegar a vivir bien, vive al día. Una semana sin trabajar es grave para las finanzas familiares, imaginen un mes o lo que pueda durar esta contingencia. No hay posibilidad de ahorrar, de hecho muchos tienen deudas. Esta situación a su vez profundiza la miseria de miles de hogares venezolanos, abuelos mal alimentados, deberán afrontar el coronavirus. Mientras que la situación de los venezolanos que trabajan en Venezuela no pudiera ser más trágica. Ni trabajando las veinticuatro horas al día pueden tener calidad de vida. Aunque una inmensa cantidad de de las transacciones son en dólares, la mayoría de los salarios son en bolívares. El acceso a los dólares que en las clases más vulnerables viene del sector informal, hoy prácticamente es imposible.
En un contexto como el actual todo se agravará para nuestro país, particularmente si consideramos que la dictadura ha calcado lo peor de la experiencia china para aplicarla en Venezuela: censura y manipulación de cifras de contagiados. No hay posibilidad de realizar un diagnóstico serio que permita salvarle la vida a millones de venezolanos, todo lo contrario, reina el oscurantismo, como todo alrededor del madurismo. Frente a esta delicada situación y la necesidad de preservar el mayor número de vidas de cara a una crisis que se avecina, el presidente Juan Guaidó ha propuesto un gobierno de emergencia nacional. Hay quienes no entienden que en su objetivo de repartir culpas la dictadura intenta justificar el colapso del sistema de salud con la excusa de la sanciones o peor aún, diciendo que la oposición se niega al financiamiento Internacional.
Lo que se trata con esta propuesta es que, si verdaderamente les importa la vida de los venezolanos, la dictadura permita la instalación de un gobierno con reconocimiento internacional, que facilite la obtención de los recursos necesarios para asistir a millones de venezolanos. Algo que solo es posible sin la presencia de los cabecillas de la mafia madurista, responsable directa del saqueo del país. El llamado básicamente es a la fuerza armada nacional y a sectores del chavismo que estén en la capacidad de aceptar separarse del poder, sin que esta separación implique para ellos la cárcel, es decir, que no tengan cuentas con la justicia. Esa es la sola manera de salvar miles de vidas y de derrotar en unidad lo que nos amenaza como nación. Cada quien debe elegir, pero el tiempo se acaba para todos.
@Brianfincheltub