Muerte en casa: La huella invisible del coronavirus en Italia

Muerte en casa: La huella invisible del coronavirus en Italia

Un sacerdote bendice el ataúd de una mujer que murió por causa del coronavirus mientras Italia lucha por contener su propagación, en Seriate, Italia, el 28 de marzo de 2020. REUTERS/Flavio Lo Scalzo

 

Tuvieron que pasar hasta once días de insistentes llamas telefónicas para que Silvia Bertuletti lograra convencer a un médico para que visitara a su padre Alessandro, de 78 años, tomado por la fiebre y con dificultades para respirar.

Cuando un médico de guardia se acercó la tarde del 18 de marzo a su casa en las cercanías de Bérgamo, el epicentro del brote de coronavirus en el norte de Italia, ya era demasiado tarde.

Alessandro Bertuletti fue declarado muerto a la 1:10 de la madrugada del 19 de marzo, 10 minutos antes de que llegara una ambulancia a la que se había llamado horas antes. La única medicación que se le había prescrito por teléfono fue un analgésico menor y un antibiótico de amplio espectro.

“Mi padre fue abandonado para morir solo, en casa, sin ayuda”, dijo Bertuletti, de 48 años. “Simplemente nos abandonaron. Nadie merece un final como este”.

Una serie de entrevistas mantenidas con familias, doctores y enfermeros de la región de Lombardía, en el norte de Italia, duramente golpeada por el brote de coronavirus, indican que la experiencia de Bertuletti no es poco común, que muchos pacientes mueren en casa cuando los síntomas no se controlan y que las consultas telefónicas no siempre son suficientes.

Sólo en la provincia de Bérgamo, según un estudio reciente de los registros de muertes, el número real de fallecidos por el brote podría superar en más del doble a la cifra oficial de 2.060, que sólo registra las muertes ocurridas en los hospitales.

Con los esfuerzos de lucha mundial por salvar vidas centrados en el aumento del suministro de respiradores artificiales, algunos médicos afirman que la falta de atención primaria está resultando igual de costosa porque el personal sanitario no puede o no quiere hacer visitas a domicilio, en consonancia con la estrategia mundial de pasar a la prestación de asesoramiento médico a distancia.

“Lo que ha llevado a esta situación es que muchos médicos de familia no visitaron a sus pacientes durante semanas”, dijo el doctor Riccardo Munda, que trabaja por dos en Selvino y Nembro, dos ciudades cerca de Bérgamo, después de que un colega contrajera el virus.

“Y no puedo culparlos, porque así es como salvaron su propio pellejo”.

Munda dijo que muchas muertes podrían evitarse si quienes padecen la enfermedad en sus casas recibieran atención médica de forma inmediata. Pero los médicos, con unos hospitales desbordados y sin suficientes mascarillas y trajes de protección contra la infección, fueron disuadidos de hacer visitas a domicilio salvo extrema necesidad.

“Los médicos prescriben un tratamiento para la gente que permanece en sus casas. Pero en caso de que dicho tratamiento no funcione, si no hay un médico que revise y cambie o ajuste los medicamentos, el paciente muere”.

Mientras que a los trabajadores de los hospitales se les dio acceso prioritario a las mascarillas, algunos médicos de familia dicen haberse quedado sin ellas, por lo que se sienten incapaces de visitar a los pacientes de forma segura.

Una portavoz del organismo estatal de salud ATS en Bérgamo dijo que las autoridades de la región de Lombardía, considerada entre las más eficientes del mundo en materia de servicios sanitarios, pidieron a los médicos de familia que “traten a los pacientes por vía telefónica en la medida de lo posible”, limitando las visitas a domicilio “para reducir los contagios y el desperdicio de equipos de protección”.

La portavoz dijo que 142 médicos del área de Bérgamo están enfermos o en cuarentena, si bien todos ellos han sido sustituidos.

Las autoridades se están movilizando ahora para reforzar la atención primaria de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que dice que la prestación de este servicio de forma segura debería ser una prioridad para los Gobiernos justo por detrás de los de cuidados intensivos.

Un trabajador vestido con un traje protector desinfecta la plaza del Duomo en el centro de Milán durante el brote de coronavirus, Italia, el 31 de marzo de 2020. REUTERS/Flavio Lo Scalzo

 

En la provincia de Bérgamo, seis unidades especiales de médicos comenzaron a operar el 19 de marzo, cada una adecuadamente equipada para visitar a los enfermos en sus casas. En la cercana Milán, donde las muertes en domicilios y en centros de ancianos se duplicaron en la segunda mitad de marzo, unidades similares han comenzado a funcionar sólo a partir del 31 de marzo.

NÚMERO OCULTO DE MUERTES

El número oficial de muertes en Italia alcanzó el sábado las 15.362, casi un tercio de la cifra mundial, pero cada vez hay más pruebas de que esta estimación queda lejos de reflejar la magnitud real del impacto del virus ya que muchas personas están muriendo en sus casas.

Un estudio realizado por el periódico local L’Eco di Bergamo y la consultoría InTwig utilizando datos proporcionados por las municipalidades locales, estima que 5.400 personas murieron en la provincia de Bérgamo durante el mes de marzo, seis veces más que hace un año.

De ellas, el estudio calcula que hasta 4.500 personas sucumbieron por causa del coronavirus, más del doble de la cifra oficial. Para realizar el cálculo se tomaron en cuenta 600 personas fallecidas en residencias así como las pruebas proporcionadas por los servicios médicos, según sus autores.

El ATS no respondió a la solicitud de comentarios sobre los hallazgos del estudio.

Pietro Zucchelli, director de la funeraria Zucchelli que sirve a varios municipios en Val Seriana, en los alrededores de Bérgamo, dijo que en las últimas dos semanas más del 50 por ciento de su trabajo ha consistido en retirar cadáveres de los hogares.

Antes, la mayoría de los muertes se producían en hospitales y en residencias de ancianos.

Munda, el médico que atiende Selvino y Nembro, dijo que ha estado visitando a los pacientes en sus casas desde finales de febrero, administrando antibióticos para la neumonía bacteriana y oxigenoterapia cuando es necesario.

Indicó que, aunque los antibióticos no son una cura para el virus, pueden servir para tratar algunas de las complicaciones derivadas de la infección y ayudar a los pacientes a recuperarse sin necesidad de ser hospitalizados.

Para protegerse, desembolsó 600 euros en mascarillas faciales que esteriliza en casa con vapor todas las noches.

Más de 11.000 trabajadores sanitarios han contraído el virus en Italia y 80 de ellos han muerto, muchos de ellos médicos de familia.

“TEN PACIENCIA”

El calvario de la familia Bertuletti muestra cómo la atención primaria, la primera línea de defensa del sistema sanitario, ha faltado en ocasiones a su deber en la lucha contra el brote de coronavirus.

En varios países europeos como en Estados Unidos, se alienta a los médicos a realizar consultas telefónicas siempre que sea posible en lugar de atender a los pacientes de forma presencial.

Con su propio médico de cabecera hospitalizado, Bertuletti dice que telefoneó en repetidas ocasiones a su sustituto, quien al principio le aconsejó que diera a su padre un analgésico con paracetamol utilizado para reducir la fiebre.

A medida que su padre empeoraba, Bertuletti reiteró las llamadas. “Dijo: ‘no estoy obligado a hacer visitas a domicilio, ten paciencia'”, afirmó la hija del fallecido.

Contactado por Reuters, el médico que atendió a Bertuletti, quien se negó a ser identificado, dijo entre lágrimas que los médicos se están viendo obligados a tomar decisiones terribles.

El médico dijo que ha estado recibiendo entre 300 y 500 llamadas telefónicas al día y que está cubriendo la baja de un compañero enfermo.

“Tuve que hacer una selección, no podía visitar a los que tenían tos y fiebre, sólo podía ir a ver los casos más graves”.

La asociación de médicos de familia de la provincia de Bérgamo estima que 70.000 personas de la zona pueden estar infectadas.

“A pesar de nuestros mejores esfuerzos, no es posible llevar a todos al hospital y a veces las familias prefieren mantener a los enfermos en casa por temor a no tener otra oportunidad de despedirse”, dijo el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori.

Al igual que él, los alcaldes de toda Lombardía están clamando ayuda.

“Tenemos ciudadanos enfermos en sus casas que se sienten abandonados, podría dar cientos de ejemplos”, escribió Giovanna Gargioni, alcaldesa de Borghetto Lodigiano, en una carta del 27 de marzo dirigida a las autoridades sanitarias regionales en nombre de un grupo de regidores locales.

Incluso en Milán, la principal ciudad de Lombardía y capital financiera de Italia, los médicos dicen que las promesas de las autoridades regionales de proporcionar al personal médico equipos de protección como mascarillas e hisopos aún no se han materializado en algunos casos.

“Estamos trabajando sin protección y nadie nos ha hecho pruebas”, dijo Roberto Scarano, cirujano y médico de familia de la ciudad.

“Mientras tanto el virus se está propagando por los hogares, familias enteras se están infectando y nadie se ocupa de ellas”.

Las ambulancias, que antes llegaban a los pocos minutos de que los servicios de emergencia recibieran una llamada, ahora pueden tardar horas, según los médicos. Las botellas de oxígeno son tan escasas que los enfermeros se apresuran a reclamárselas a las familias todavía en duelo tan pronto como fallecen sus allegados.

“Estamos acostumbrados a ver morir a las personas, pero normalmente sientes que las estás acompañando al final de sus caminos”, dijo Maura Zucchelli, enfermera de Itineris, una empresa privada que proporciona asistencia médica a domicilio en el área de Bérgamo.

“Ahora vas a las casas de la gente y en 48 o 72 horas el paciente está muerto. Es agotador. Esto es como la guerra.”
Reuters

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