Todavía nadie en América Latina había tomado dimensión de las restricciones que iba a imponer la pandemia de coronavirus. De hecho, el día anterior a su viaje, en Chile hubo una marcha multitudinaria por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora: tan masivo fue el 8M chileno -se calcula que salieron a las calles al menos 1 millón de personas- que atrajo la atención de los medios del mundo.
Por Gisele Sousa Dias / infobae.com
Anwar Farrán es periodista y trabaja en la Televisión Nacional de Chile (TVN). El contexto ayuda para entender por qué nadie -ni él ni en el canal- consideró que tenían que suspender el viaje a Boston para hacer el reportaje que habían programado durante meses. No sólo no había restricciones en Chile: en campaña, Donald Trump -presidente del país que ya tiene 16.478 muertos por el virus- había dicho que el coronavirus era “una farsa de los demócratas”.
“Era un viaje de sólo cinco días pero en esos pocos días anduve en metro, estuve en bares, en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), en Harvard. Recorrí Boston haciendo entrevistas para el reportaje. En Estados Unidos había empezado el pedido de distancia social pero no más que eso”, cuenta Farrán a Infobae.
Fue cuando llegó el momento de volver a Santiago de Chile, donde vive, que se preocupó. Por su trabajo como periodista, Anwar veía lo que estaba pasando en el mundo. Chile todavía no había cerrado sus fronteras y tampoco obligaba a nadie a hacer 14 días de cuarentena pero él se dio cuenta de que, sumando las escalas, iba a estar 20 horas arriba de un avión. Además, iba a hacer escala en un aeropuerto de Toronto, Canadá, en el que suelen haber pasajeros en tránsito de todo el mundo.
“La llamé a Paty y le pregunté: ‘¿Qué hacemos?'”. “Paty” es su esposa, Patricia Venegas, que es la conductora del noticiero del mediodía de TVN y está embarazada de mellizos. Anwar hizo una proyección rápida: “En ese momento sólo Massachusetts tenía más casos de Covid-19 que Argentina, Chile y Perú juntos. Y yo venía de ahí”.
Hacía años que estaban buscando ese embarazo. Llegó, de hecho, “cuando ya estábamos empezando a bajar los brazos”. Patricia cumplió ayer 41 años y Anwar propuso “autocuarentenarse”, algo así como hacer una cuarentena voluntaria.
Su editor estuvo de acuerdo: lo mejor era que no volviera al canal por unos días, uno de los más importantes del país, donde trabajan cientos de personas. Paty también estuvo de acuerdo y se mudó a la casa de su hermana. Creyeron, cuando los días de separación empezaron a hacerse eternos, que tal vez había algo de exageración de padres primerizos. Se equivocaron.
Anwar no suele ser miedoso. De hecho, sus amigos y colegas lo conocen como “un periodista de guerra”: cubrió la Primavera Árabe, transmitió reportajes desde Siria y fue el corazón y el cerebro de un documental llamado “Bajo ocupación” que muestra la vida actual del pueblo palestino y para el que pasó meses en Medio Oriente. No suele ser miedoso pero no subestimó el riesgo y se compró un barbijo que usó durante todo el viaje de vuelta.
Llegó a su país el 14 de marzo: recién el 18 Chile cerró sus fronteras aéreas, marítimas y terrestres y estableció una cuarentena obligatoria para quienes vinieran de países de alto riesgo. “En el aeropuerto me tomaron la temperatura, me preguntaron dónde había estado, en qué asiento viajaba pero no me recomendaron aislarme, mucho menos me obligaron. Además, yo nunca tuve fiebre”.
Fue el día 7 de la cuarentena voluntaria que Anwar sintió algo extraño. “Encendí la parrilla y puse un pedazo de carne. Y en un momento me di cuenta de que la carne se estaba asando y yo no sentía el aroma. Me llamó la atención y sospeché: era raro, no hace falta que yo le cuente a los argentinos cómo es el olor de un asado”, se ríe.
Con tantos días de encierro, reflejos de periodista y aburrimiento, Anwar ya sabía que las sociedades científicas estaban empezando a considerar la “anosmia” (pérdida del olfato) como síntoma de coronavirus. Fue algo de lo que no se habló al comienzo pero que se confirmó después: de acuerdo a estudios que se hicieron a más de un centenar de personas infectadas en Wuhan, China, dos de cada tres pacientes con COVID-19 presentaron anosmia como primera y única manifestación de la enfermedad.
“La pérdida de olfato me empezó a preocupar pero no tenía otros síntomas: nunca tuve fiebre, dolor muscular ni fatiga; a lo sumo un dolor muy leve de garganta típico de los cambios de estación”, cuenta. Anwar trató de restarle importancia pero volvió a reparar en la anosmia un día en que estaba cocinando con tomate y ajo y tampoco sintió el aroma. “Uno no valora tanto el sentido del olfato pero cuando no lo tienes te juro que te das cuenta”.
El día 12 de “la cuarentena autoimpuesta” y faltando pocos días para volver al canal y para que Paty regresara a casa, Anwar decidió ir al hospital para que le hicieran el hisopado. Quería estar seguro de que no estaba contagiado, especialmente porque en Chile, como sucedió en Argentina, “ya había mucha gente apuntando con el dedo a quienes habían viajado, incluso exigiendo que se violara la ley de derechos del paciente y se revelara la identidad de los contagiados para poder alejarse”.
No quisieron hacerle el test porque no tenía los síntomas clásicos. “No sé si estuve bien o mal pero exageré los síntomas. Dije que tenía dolor muscular y que me costaba respirar”. Lo mandaron a casa con paracetamol y jarabe para la tos y volvió aliviado: el test negativo iba a evitar la paranoia cuando volviera al trabajo y cuando volviera Paty, que ya está entrando al séptimo mes de embarazo.
Ocho horas después del hisopado lo llamaron: había dado positivo. “Fue un shock total. Yo ya había pensando en volver, incluso quería ir a ver a mis papás, que viven en el sur de Chile y tienen los dos más de 70 años. Creo que estuvo bien lo de hacer la cuarentena voluntaria porque seguro evitó que yo contagiara a cientos de personas”.
Anwar lleva un mes sin ver a Paty, aunque la evidencia científica parece indicar que no hay transmisión vertical (es decir, de la persona que gesta hacia los bebés en caso de contagiarse). El embarazo lo sigue por Skype, consciente de que probablemente abuelos, tíos, amigos e incluso él tardarán en conocer a los mellizos cuando nazcan. Especialmente porque ayer fue a hacerse nuevamente el test y volvió a darle positivo.
“Fue tanta la espera de este embarazo que la idea de disfrutarlo tenía mucho sentido para nosotros”, dice. Y cuenta que todos los días Paty se acerca el teléfono a la panza para que los bebés escuchen la voz del padre. Que él les habla todo lo que no les había hablado en los primeros meses de gestación, mientras mira a través de la pequeña pantalla “las ondas expansivas que provocan los movimientos de los mellizos”.
Camina por las paredes, está claro, pero Anwar sabe que muchos la están pasando peor: “Se suponía que el embarazo iba a ser de otra manera pero es lo que nos tocó. Yo creo que después de esta crisis todos nos vamos a querer un pocos más”.