Raúl Alegrett: Víctor Giménez Landínez, un ejemplo de compromiso

Raúl Alegrett: Víctor Giménez Landínez, un ejemplo de compromiso

Dr, Giménez Landínez junto a Goege Bush y Ronadl Reagan cuando era embajador de Venezuela en la OEA en 1983 | Foto cortesía familia Giménez

 

Venezuela necesita hoy más que nunca del ejercicio de valores ciudadanos. Valores que  no son abstractos y toman cuerpo en la ejecutoria de las personas. Durante nuestra vida republicana ha habido hombres y mujeres que han abrazado con pasión causas nobles y han dedicado a ellas su vida y sus capacidades. Con desprendimiento, con perseverancia, con humildad, con sentido de equipo, con honestidad y sin rencores. Sus instrumentos de lucha no han sido las armas, sino las ideas, el trabajo, la dedicación, la constancia, la responsabilidad, la entrega. Muchas de estas personas son ignoradas, poco reconocidas o simplemente olvidadas; pero su participación ha sido importante en el establecimiento de bases y de directrices  para la construcción de un mejor país. Son nuestros héroes civiles. Conocer su pensamiento, sus aportes y sus testimonios, puede aportar a los venezolanos de hoy, valiosas orientaciones y temas de reflexión.

En estos días se cumple el centenario del nacimiento de un venezolano que sin duda se inscribe en la categoría de compatriotas ejemplares, Víctor Manuel Giménez Landínez (1920-2000). Nació en la población de Urachiche en el estado Yaracuy, en una Venezuela pre-petrolera, marcadamente rural y agrícola. Tuvo así la oportunidad de conocer de cerca la estructura económica y social predominante en el campo y fue tempranamente desarrollando una actitud crítica ante las evidencias de injusticia imperantes y la precaria situación del campesinado. Profundamente consustanciado con los principios democráticos y los valores fundamentales del cristianismo social, asumió el compromiso político, sosteniendo firmemente la bandera de la lucha por la redención del campesinado y por el progreso de la agricultura venezolana. Abrazó la causa de la reforma agraria y lo hizo con convicción y con fervor. La concebía como el instrumento idóneo para la liberación del campesino, para la redención del productor del campo, carente de tierras y sujeto a la explotación de terratenientes, en muchos casos ausentes y poco interesados en realizar inversiones para el aprovechamiento racional de los recursos naturales de que disponía, o de “terracogientes” como él denominó a aquellos poseedores de tierra que constantemente extendían sus “derechos” desplazando los cercados. Su preocupación fundamental era el trato justo y digno a los campesinos y el bienestar de su familia. No alimentaba odios ni enfrentamientos clasistas, antes por el contrario, propiciaba la armonía y el respeto mutuo. En el marco de la ley combatía  franca y decididamente a favor de la modificación de una estructura tradicional injusta y anquilosada, que secuestraba la libertad del trabajador del campo y favorecía la explotación de su familia, pero no en contra de persona alguna. Tenía además el convencimiento de que el progreso de la agricultura y del abastecimiento de alimentos en el país, estaba condicionado a la modificación del sistema de propiedad de la tierra existente.





Fue pionero y líder continental en la definición y promoción del concepto de la reforma agraria integral, convencido como estaba de que para lograr el objetivo final de libertad, dignidad y bienestar para el campesino y su familia, no bastaba con modificar la estructura de la tenencia de la tierra si esta acción no era complementada, por una parte, con la provisión de instrumentos esenciales para su eficiente explotación, como el crédito, la asistencia técnica y organizativa en la producción y comercialización, y la dotación de infraestructura de apoyo; y, por la otra, con la prestación de servicios públicos básicos como educación, salud, asistencia para el mejoramiento o el acceso a una vivienda sana, agua potable, energía, etc. En el transcurso de la ejecución del proceso agrario, apreció cada vez más la necesidad de atender al surgimiento y a la consolidación de pequeños poblados rurales que se fueron desarrollando en el seno y en el entorno de los asentamientos campesinos.

Cuando le tocó asumir responsabilidades al frente de distintos organismos de la administración pública, supo motivar el trabajo en equipo e integrar a exponentes de nuevas promociones, a los cuales les otorgó confianza y delegó responsabilidades. Fue siempre un hombre amplio y abierto a las nuevas ideas y corrientes. No sólo no practicó el sectarismo político, sino que lo combatió. Su entusiasmo y entrega, así como la capacidad de escuchar a los demás, aceptando críticas y sugerencias, le permitió integrar en sus equipos personas capaces de diferentes posiciones políticas, pero que valoraban sus ideas e iniciativas en torno a las transformaciones a realizar para el mejoramiento del sector agrario venezolano.

Como ministro de Agricultura y Cría del primer gobierno democrático, bajo la presidencia de Rómulo Betancourt, le correspondió firmar la Ley de Reforma Agraria que tanto había impulsado y a cuya redacción había hecho valiosos aportes, y asumir su rectoría. En su gestión otorgó particular énfasis a la producción de rubros de consumo masivo, a la capacitación técnica de los agricultores y a la educación de sus familiares. En el primer gobierno del presidente Rafael Caldera, habiendo ejercido como Ministro de Agricultura y Cría, con un destacado rol en el proceso inicial de la democratización del país, no pretendió volver al tope de la jerarquía y propuso a uno de sus jóvenes ex colaboradores, Jesús López Luque. Con el propósito de profundizar el proceso iniciado en 1960, prefirió ofrecer su contribución en el órgano responsable de la aplicación de la ley agraria, el Instituto Agrario Nacional. En el ejercicio de sus funciones sufrió dos penosos percances que lo obligaron a retirarse del cargo: primero un grave accidente automovilístico, y posteriormente un trastorno cardiaco, que obligó a una delicada intervención quirúrgica. Años después, en el gobierno del presidente Luis Herrera Campíns, en su actuación como presidente del Fondo de Crédito Agropecuario, canalizó parte importante de los fondos de la institución al financiamiento de inversiones en las áreas afectadas por la Reforma Agraria. Después de haber sido Embajador en la OEA y participado en el proceso de paz de Centroamérica, se dedicó al ejercicio profesional y a la docencia, siempre en el ámbito agrícola y agroindustrial, y formando parte de directorios de distintas organizaciones. Su agudeza, acompañada de buen sentido y cordialidad, así como el entusiasmo con que abordaba los asuntos sometidos a su consideración, facilitaron su incorporación en órganos de dirección de varias entidades, especialmente en aquellas dedicadas a atender necesidades sociales.

Donde quiera que estuviese, jamás dejó de luchar por el mejoramiento del sector agrícola y por la reivindicación de los campesinos y pequeños productores del campo. Elaboró y publicó varios trabajos y artículos sobre temas agrarios. En sus últimos años, antes de verse afectado por la enfermedad que puso fin a su incansable actividad, emprendió con carácter ad honorem la presidencia de una Comisión designada por el decreto 62 del presidente Rafael Caldera en su segundo gobierno, para hacer una investigación sobre la evolución de las explotaciones agrícolas surgidas del proceso de reforma agraria y de sus beneficiarios; consciente de que el mismo presentaba variaciones respecto a las expectativas iniciales y enfrentaba una dinámica distinta, lo cual ameritaba una revisión a fondo, y el diseño de una nueva política agraria basada en la experiencia y adaptada a las nuevas situaciones. Esta disposición es muestra de su honestidad y apertura de pensamiento, aceptando la posibilidad de errores y la necesidad de cambios.

Víctor Giménez Landínez fue una persona de gran desprendimiento. Tuve la fortuna de compartir con él como colaborador y como amigo. Pude apreciar su sencillez, su cordialidad y su entereza, y también beneficiarme de sus enseñanzas y de sus consejos. Recuerdo su mente ágil, su amplitud de criterio y su entusiasmo contagioso; así como su austeridad y firmeza de principios. Todo ello le permitió sumar voluntades a favor de la causa que lideraba, contribuyendo al surgimiento de más de una generación de agraristas, provenientes de distintas disciplinas profesionales.

 

Raúl Alegrett

@jralegrett

ralruiz@hotmail.com