El interés global en la investigación sobre el coronavirus ha visto un aumento dramático desde el comienzo del 2020, cuando el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 comenzó a extenderse fuera de China. Si bien la actual pandemia de Covid-19 ha llamado la atención general como nunca antes sobre esta familia de virus, los científicos la han estado estudiando durante más de medio siglo. Una de las personas decisivas durante la primera etapa de la investigación en la década del 60 fue una mujer, hija de un colectivero, que había abandonado la escuela secundaria a los 16 años.
Por infobae.com
June Almeida tenía apenas 34 años cuando descubrió un tipo de partícula que se comportaba similar a la gripe, pero que tenía su particularidad. Su trabajo, entonces, fue rechazado por un jurado que consideró que se equivocaba. Hubo que esperar hasta 1965 para su publicación y hasta el 2020… para que el mundo entero pondere el incalculable valor de su trabajo.
En efecto, la escocesa pasó a la historia nada menos que por haber descubierto el primer coronavirus humano en el año 1964, después de una larga carrera como viróloga en el Reino Unido y Canadá.
Almeida, que nació en Glasgow el 5 de octubre de 1930 como June Hart, vivió en un típico bloque de departamentos de las familias obreras, hija de un conductor de autobús. A los 16 años debió abandonar la escuela pese a ser una estudiante sobresaliente debido a que no podía costear la educación superior.
Sin embargo, gracias a su primer empleo como técnica de laboratorio en el Hospital Royal Infirmary de esta ciudad, donde cobraba unos 25 chelines por semana, fue pionera en el campo de la formación de imágenes de virus, un trabajo al que se ha recurrido en la actual investigación sobre el nuevo coronavirus.
El COVID-19 es un germen nuevo, pero es un coronavirus del tipo identificado por primera vez por Almeida hace más de cincuenta años en el hospital St Thomas de Londres, exactamente donde fue ingresado ahora el primer ministro británico, Boris Johnson, para tratarse por esta enfermedad que padece desde hace varias semanas.
Fue en la capital británica donde la científica conoció y se casó con el artista venezolano Enriques Almeida, con quien tuvo una hija. La familia pronto se mudó a Toronto, Canadá, donde Almeida continuó su carrera trabajando en el instituto de investigación del cáncer de Ontario.
Según un perfil póstumo publicado en 2008, fue más fácil en ese momento obtener el reconocimiento científico sin un título universitario en Canadá que en el Reino Unido. A pesar de no tener calificaciones formales, pronto fue coautora de varias publicaciones científicas y se destacó entre sus colegas en el manejo del microscopio electrónico, además de desarrollar un método que visualizaba mejor los virus mediante el uso de anticuerpos para agregarlos.
Debido a su labor, su nombre se hizo conocido en el ámbito científico, por lo que le ofrecieron volver a Londres para trabajar en el St Thomas junto al doctor David Tyrrell, quien estaba realizando investigaciones en la unidad de resfriado común del condado de Wiltshire, al suroeste de Inglaterra.
Tyrrell había trabajado en un estudio con lavados nasales y descubrió que se podían reproducir bastantes virus asociados con el resfriado común, pero no todos. Envió las muestras a Almeida, que describió las partículas como virus de la gripe, pero sin ser exactamente lo mismo, con lo que logró identificar el primer coronavirus humano, primero identificado como B814.
Almeida, Tyrrell y su equipo decidieron llamarlo “coronavirus” debido a la corona o halo que lo rodea en la imagen que se observa a través del microscopio. Según el escritor George Winter, citado por medios británicos, Almeida había visto partículas como similares anteriormente mientras investigaba la hepatitis de ratones y la bronquitis infecciosa de los pollos.
Sin embargo, el artículo científico en que explicaba el hallazgo fue rechazado, con lo que el descubrimiento de la cepa B814 no se publicó en el British Medical Journal hasta 1965 y las primeras fotografías no llegaron al Journal of General Virology hasta dos años después. El argumento del jurado que rechazó entonces el descubrimiento de la científica fue que no consideraron que se trataba de imágenes que partículas nuevas, sino apenas malas imágenes de partículas de la gripe.
Tras doctorarse en la Escuela Médica de Posgrado de Londres, Almeida terminó su carrera en el instituto británico Wellcome, donde fue nombrada en varias patentes en el campo de las imágenes de virus, y se convirtió en maestra de yoga.
A finales de los ochenta, regresó al campo de la virología para contribuir en la toma de fotografías del virus del VIH.
Almeida murió en 2007, a la edad de 77 años, y es ahora, trece años después, cuando más se ha recordado su trabajo, que ayudó a comprender mejor el actual coronavirus, convertido en una pandemia global.