Dos lecciones de la historia venezolana que no se terminan de aprender. Los dos mejores períodos históricos de Venezuela, en términos económicos y con impacto social, fue cuando funcionó la economía liberal de mercado abierto, competitivo y global. Con todo y todas sus distorsiones: El medio-siglo cafetalero y el medio siglo-petrolero. 1880-1970 aproximadamente, y ambos focalizados en Maracaibo y sus zonas de influencia, con beneficio marginal en todo el país y como país centralista en Caracas y región central, además del Zulia. Era una economía integrada a la economía-mundo gestionada desde Europa y Estados Unidos y principales beneficiarios, dentro del modelo neo colonial. El discurso identitario y nacionalista (la segunda independencia) le fue poniendo límites y condiciones y los propios cambios globales. Quizás era necesario a nivel político, la afirmación nacional y soberanía, para ser nosotros mismos (esto lo representó muy bien el llamado “culto” a Bolívar), pero las ideas e ideologías “sustitutivas” al liberalismo del siglo XIX, fue el de la economía intervenida por el Estado. En su versión latinoamericana, la revolución mexicana y el PRI. Su versión peruana con el APRA de Haya de la Torre. Su versión socialdemócrata en diversos países, en Venezuela, AD. Y el epígono castrista cubano, que empezó siendo social-demócrata, y que por razones de la guerra fría asumió el comunismo soviético y bajo su tutelaje para sobrevivir al imperio gringo, aunque estos siguieron y siguen en Guantánamo. Estos procesos sucedieron, lo que toca es analizarlos con seriedad en tiempo presente. Sin hacer el balance crítico necesario de este complejo proceso. Lo importante y urgente son algunas consecuencias del mismo. En mi perspectiva las más negativas han sido y son, en términos políticos, el estatismo centralista; el populismo demagógico; las burocracias clientelares; y la corrupción generalizada, propio de sistemas estatocráticos. Casi todos los partidos políticos de América Latina (y con sus variantes en otros continentes) asumieron la idea de lo SOCIAL como central de sus programas políticos (hasta la Democracia Cristiana nace con este nombre en Italia en 1915), terminó identificándose como socialcristianismo. Lo social se privilegió de manera absoluta (y quizás inevitable por la pobreza dominante y los aberrantes desequilibrios de clase), la economía se delega al control estatal y sea crea este “monstruo” que todo lo devora y corrompe; que promete y no cumple y que para mantenerse sacrifica libertad y democracia, mantiene y potencia el discurso identitario y nacionalista, se proclama libertario y revolucionario, arruina la economía, multiplica pobreza e ignominia, y pretende perpetuarse en la dictadura. Ni estatocracia ni libre mercado en sentido absoluto. El equilibrio necesario, práctico y con sentido común de acuerdo a intereses reales y legítimos de los diversos sectores sociales. Derechos Humanos que se cumplan. Libertad política y estado de derecho. Oportunidades con equidad. Economía de Comunión. ¿Por qué no?
Ángel Lombardi: Historia y economía política
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