Aquel 13 de junio de 1998 en el Delta Center de la ciudad de Utah, Michael Jordan hizo más grande su ya legendaria imagen del mejor jugador de básquet de todos los tiempos. En la casa de los Jazz de Karl Malone y John Stockton, los Chicago Bulls volvían a convertirse en los dueños de la NBA por tercer año consecutivo. Lo mismo que había sucedido antes del primer retiro de MJ en 93, tras el asesinato de James, su padre.
Por Juan José Ciceri / Infobae
Esa fue la última vez que Jordan y Scottie Pippen fueron dirigidos por Phil Jackson, el entrenador militante de la cultura zen que fue el encargado de lidiar con el excéntrico Dennis Rodman por tres largos años. A pesar del sexto título para la franquicia, la dirigencia creyó antes del inicio de la temporada, que era tiempo de destruir un equipo ganador y reconstruir para el futuro, situación que generó múltiples conflictos a lo largo de la competencia.
En eso gira la trama de The Last Dance, el documental que se estrenó con los primeros dos capítulos el pasado domingo en los Estados Unidos con altos niveles de audiencia –fue visto por 6.1 millones de personas a través de ESPN, un récord para la emisora en este tipo de contenido– y que ya está disponible en todo el mundo a través de la plataforma Netflix.
Pero, ¿por qué se tardó más de 20 años en ver la realización de una serie de 10 capítulos con material de más de 10.000 horas de grabación de la temporada final de Jordan y sus históricos Bulls? Tal vez, la respuesta está en el actor principal de esta pieza audiovisual que promete quedar guardada en la memoria de todos los amantes del deporte.
En la antesala de la temporada 97-98, NBA Entertainment –el brazo de contenidos audiovisuales a gran escala de la liga– era dirigida por el hoy comisionado Adam Silver y tenía como productor a Andy Thompson –tío de la estrella de los Golden State Warriors, Klay–, el impulsor de la idea de tener acceso total con cámaras al detrás de escena del equipo más famoso del mundo y que tenía al deportista más reconocido del planeta en ese tiempo.
Así que fue Silver el encargado de encabezar las negociaciones con las tres partes del problema. El primero que dio el sí fue el propietario de la franquicia, Jerry Reinsdorf, pero con una condición: tanto Jordan como el entrenador Jackson deberían estar de acuerdo. Y fue gracias al coach más ganador en la historia de la NBA –sumó 11 títulos, seis con Chicago y cinco con los LA Lakers– que se habilitó la posibilidad para que las cámaras de la liga fueran una sombra de aquellos Bulls.
¿Y con Jordan? La hoy cara visible de la NBA le aseguró a la superestrella que dicho material no iba a ser usado sin el permiso de ninguno de los dos para hacerlo visible. Así que, una vez que las máquinas capturaron más de 10.000 horas de grabación de todo lo que fue la gira del equipo por París para jugar el McDonald’s Championship (una competencia que enfrentaba al campeón de la liga estadounidense y otros ganadores competencias organizadas por la FIBA), durante la fase regular, los playoffs y las finales contra Utah, esas películas físicas fueron almacenadas en el archivo de contenidos de la NBA en Secaucus, Nueva Jersey.
Poco tiempo después de su segundo retiro, MJ volvió a jugar: en el 2001, se puso la número 23 de los Washington Wizards, justo a las dos semanas del famoso 9-11, el día que un acto terrorista golpeó contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en la capital estadounidense. La actividad de Jordan en la NBA se estiró por dos años más, hasta que decidió despedirse para siempre del deporte a los 40 años.
Luego de eso, y una vez que se transformó en propietario de los Charlotte Bobcats –hoy la franquicia retomó el nombre históricos de los Hornets–, varios fueron los que intentaron hacerse cargo de ese material guardado en una bóveda, pero nadie logró seducir a Jordan.
Hasta que apareció una figura central para convencer a la leyenda del deporte: Mike Tollin, productor de varias series documentales deportivos como los 30 for 30 de ESPN, Kareem -repasa la vida de Abdul-Jabbar, máximo anotador en la historia de la NBA- y películas de deportes como “Coach Carter” se reunió con Curtis Polk y Estee Portnoy, los agentes comerciales de MJ, para presentarles un proyecto.
Tras varias charlas previas con parte de su entorno, el momento de verle la cara a Jordan finalmente llegó. A mediados de 2016, al mismo tiempo que LeBron James hacía historia y se sobreponía a un 1-3 en las finales de la NBA ante Golden State para darle el primer título a sus Cleveland Cavaliers, Tollin se sentó frente a Michael. Con una carpeta en su mano, el afamado productor de cine y televisión le mostró sus credenciales al eterno número 23, hasta que una mirada y posterior diálogo fue la piedra fundamental que cimentó lo que hoy conocemos como The Last Dance.
Repasando los trabajos de Tollin, Jordan se quedó con uno. “Vos hiciste eso”, dijo el ex jugador. “Sí”, respondió el productor, a lo que Michael contestó: “Vi esa cosa tres veces. Me hizo llorar. Amo a ese pequeño”, relató la periodista Ramona Shelburne de la cadena ESPN. ¿A qué producción se refería MJ? Al documental llamado “Iverson”, que el propio Tollin produjo en base a la dura historia de vida de uno de los mejores jugadores del Siglo XXI, ex base de los Philadelphia 76ers, elegido como el jugador más valioso de la NBA en 2001 y cuatro veces máximo goleador de la liga.
Después del capítulo 1 y 2 del documental, que sirvieron para marcar al exitoso gerente general de los Bulls por entonces Jerry Krause como el némesis de Jordan, Pippen y Jackson en la temporada final, al mismo tiempo que se recordó la infancia del número 23 y 33 de Chicago, el próximo domingo se presentarán los episodios 3 y 4 de la serie que ya enamoró a propios y extraños del básquet. Con la aparición segura de Rodman, otro de los actores principales de aquel equipo icónico, El Último Baile tendrá un nuevo escenario para seguir alimentado la leyenda de un equipo que marcó una era en el deporte mundial.