De la gripe de 1918 a Covid-19 de 2020: Lecciones a aprender un siglo después

De la gripe de 1918 a Covid-19 de 2020: Lecciones a aprender un siglo después

Fotografía de la epidemia de la gripe de 1918 en St Louis (EEUU). Hace un siglo la humanidad se enfrentó a otra mortal pandemia, la de la gripe de 1918, en la que gobiernos y sociedades cometieron errores que desgraciadamente se han repetido en la actual crisis sanitaria por la COVID-19, reflexiona en una entrevista a Efe el historiador Cédric Cotter. La injustamente conocida como “gripe española” afectó a un tercio de la humanidad, mató a 100 millones de personas (diez veces más que la Primera Guerra Mundial con la que casi se solapó) y según Cotter, investigador para el Comité Internacional de la Cruz Roja, guarda paralelismos con la situación actual que deben tenerse en cuenta. EFE/Cruz Roja de EEUU***SOLO USO EDITORIAL/NO VENTAS***

 

Hace un siglo la humanidad se enfrentó a otra mortal pandemia, la de la gripe de 1918, en la que gobiernos y sociedades cometieron errores que desgraciadamente se han repetido en la actual crisis sanitaria por la COVID-19, reflexiona en una entrevista a Efe el historiador Cédric Cotter.

La injustamente conocida como “gripe española” afectó a un tercio de la humanidad, mató a 100 millones de personas (diez veces más que la Primera Guerra Mundial con la que casi se solapó) y según Cotter, investigador para el Comité Internacional de la Cruz Roja, guarda paralelismos con la situación actual que deben tenerse en cuenta.





“La Historia nunca se repite totalmente, pero pueden verse tendencias en uno de estos hechos también en el otro”, explica, y pone como ejemplo el uso político que entonces se hizo de la pandemia, con el fin de culpar y estigmatizar a países rivales o enemigos.

EL NOMBRE DE LA ENFERMEDAD, VEHÍCULO DEL NACIONALISMO

Los policías se paran en una calle de Seattle, Washington, con máscaras protectoras hechas por el Capítulo de la Cruz Roja de Seattle, durante la epidemia de gripe en 1918. (Archivos Nacionales)

 

Si en 2020 políticos como el presidente estadounidense Donald Trump intentaron popularizar el término “virus chino” para referirse a la COVID-19, en 1918 se llegó a apodar a la epidemia con términos como “enfermedad bolchevique”, “virus francés” o “plaga alemana”.

“Es parte de la naturaleza humana culpar al otro de lo que nos ocurre, pero cuando se hace con fines políticos es inútil y sólo alimenta el odio”, subrayó Cotter.

Finalmente triunfó el apodo de “gripe española”, hoy usado incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS), penalizando precisamente a uno de los países que mostró más transparencia hacia la epidemia, por su condición neutral en la Primera Guerra Mundial.

“La enfermedad no se originó en España, pero como su prensa podía informar de ella, mucha gente lo pensó erróneamente, ya que otros países no reportaron sus casos a causa de la censura en tiempos de guerra”, explica el historiador de ICRC.

RUMORES Y CENSURA, AHORA Y ENTONCES

Miembros del cuerpo con toga y birrete listos para atender a pacientes en la sala de influenza del Hospital Naval de EE. UU. En Mare Island, California, el 10 de diciembre de 1918. (Marina de los EE. UU.)

 

Esa censura sugiere otro paralelismo entre la gripe de 1918 y el coronavirus de 2020, ya que en ambos casos hubo un pulso entre la marea de rumores falsos, por un lado, y los esfuerzos a veces excesivos de las autoridades por controlar el flujo de información relativa a la salud pública.

Respecto a los rumores Cotter, quien subraya que “las ‘fake news’ son tan viejas como la humanidad”, recuerda que en 1918 ya circularon entre las potencias aliadas (Francia, Reino Unido, Rusia, EEUU) ideas como que los alemanes habían desarrollado la enfermedad como arma biológica.

Entretanto, en tierras germanas “se decía que el virus era una mera invención, por parte del gobierno, y que los muertos no eran por gripe sino por desnutrición”, subraya el experto en la entrevista.

Los rumores de ayer y de hoy (en 2020 multiplicados por el poder difusor de las redes sociales) se intentaron en ocasiones detener con la censura, un método que según Cotter “no es el mejor, porque la gente intentará buscar información donde sea”.

“Lo que hace falta es que las autoridades sean transparentes a la hora de explicar por qué toman las medidas, para que la gente las siga y no intente buscar respuesta en otras fuentes de información”, subraya.

EL DEBATE DE LAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN

Una mecanógrafa usa su máscara antigripal en octubre de 1918. Preocupada por la influencia que la enfermedad había tomado en la ciudad de Nueva York, prácticamente todos los trabajadores se cubrían el rostro con máscaras de gasa como protección contra la enfermedad. (Archivos Nacionales)

 

El historiador ve otras similitudes entre dos epidemias con un siglo de diferencia, como las protestas ciudadanas que entonces y ahora se produjeron en Estados Unidos en protesta contra las medidas de prevención.

En el EEUU de 1918 “algunos alegaron que el uso obligatorio de mascarillas iba contra la constitución y sus libertades personales, por lo que hubo manifestaciones y posteriores detenciones”, relató a Efe.

Aquella gripe atacó en tres oleadas (una en primavera de 1918, la segunda y más mortal en otoño de ese año, y una tercera en la primavera de 1919), lo que debería servir para recordar al mundo actual que tendrá que seguir alerta tras la retirada del coronavirus.

“Se observó entonces que en las ciudades que detuvieron sus medidas demasiado pronto (también hubo cierre de comercios, escuelas, iglesias…) hubo nuevas oleadas de gripe”, alertó Cotter.

La gripe de 1918, que afectó a personalidades como el rey español Alfonso XIII, el presidente estadounidense Woodrow Wilson o el káiser alemán Guillermo II, proliferó en un mundo ya devastado por la guerra, y Cotter, quien prefiere no hablar de la actual lucha contra el COVID-19 en términos bélicos, lanza un último mensaje sobre la relación de la actual pandemia y los conflictos.

“No me quiero arriesgar a predecir si esta pandemia producirá más conflictos, lo que sí estoy seguro es que puede causar estragos en países que, como la Europa de 1918, ya estén destrozados por la guerra, caso del Yemen o Siria”, concluye el historiador, Antonio Broto.

EFE