Juan Guerrero: El riesgo inminente

Juan Guerrero: El riesgo inminente

Lo diré de entrada. En Venezuela el verdadero y real riesgo es que termine, por decisión de las tres grandes potencias mundiales, Rusia, EEUU y China, dividida en varias zonas de protección, con la aprobación de los países que conforman el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.Ya ha habido experiencias dolorosas sobre esto. Korea y Alemania son ejemplos tristes de estas decisiones de soluciones parciales de conflictos con heridas casi eternas.

Veamos. A la fecha, Venezuela se encuentra entre las cinco (está de número cuatro) naciones en el mundo, con mayor riesgo alimentario en su población. Cerca de nueve millones y medio de personas sufren de hambre, malnutrición, desnutrición o desnutrición severa. Lo indica un informe del Programa Alimentario Mundial, agencia adscrita a las Naciones Unidas.

Poco más de cinco millones y medio de venezolanos han debido huir del país, por razones socioeconómicas, básicamente, y otro más por persecución política. Es la primera vez en la historia latinoamericana que se experimenta este fenómeno de emigración, éxodo o exiliomasivo en la población de un solo país.





La industria energética, agropecuaria, las organizaciones financieras, la industria automotriz y de autopartes, los medios de comunicación, entre otras organizaciones y entes del desarrollo económico, han sido destruidos o funcionan con muy poca capacidad de producción y en constante riesgo de paralización.

Es la primera vez en la historia de la humanidad que un país, su Estado e instituciones, son copados, asaltados por los grupos de la delincuencia organizada, organizaciones criminales del narcotráfico y el terrorismo internacional. Como resultado, otro Estado democrático y países aliados, han ejecutado decisiones legales para capturar al presidente, declarado ilegítimo, de Venezuela y demás colaboradores inmediatos, indicando precio por su captura, por ser jefes de bandas de narcotraficantes y del terrorismo internacional.

Entre 2014 y 2019, denominado como el quinquenio de las “guarimbas”, las masivas manifestaciones, protestas, plantones, refriegas (indicado por las organizaciones de derechos humanos) calculan un promedio de 100 mil personas víctimas de la violencia del Estado, entre asesinados, desaparecidos, torturados, secuestrados o reprimidos, bien por acción directa de las fuerzas militares-policiales, o paramilitares. Por otra parte, indirectamente, por omisión o desidia del régimen totalitario, más de 500 mil venezolanos han muerto, al no dotar a los centros de atención médica y proteger a la población, sometiéndola a una planificada escalada de restricciones alimentarias y de servicios públicos: agua potable, electricidad, gas doméstico, gasolina y otros combustibles.

Oficialmente el venezolano devenga un sueldo mínimo, mensual, de 2,2$ siendo que el sueldo base mundial es de 2,3$ al día. Semejante distorsión de la realidad ha aumentado la brecha de una población, que sobrepasa ya el 88$ que vive por debajo de la pobreza.

La población venezolana, a la fecha, se encuentra en más del 75% conformada por personas mayores de 50 años. Por lo tanto, una población malnutrida, envejecida, donde el Estado de Derecho en la práctica no existe, sometida diariamente a la planificada incertidumbre alimentaria y médico-sanitaria, golpeada psicológica y sistemáticamente por la propaganda del régimen totalitario en la violencia, represión, odio y brutalidad aprendidas. Que está total y absolutamente desarmada y sin orientación ni organización política para su defensa colectiva. Está en estos momentos en una fase de sobrevivencia, de resistencia pasiva frente al inmenso y colosal aparato represivo de un régimen totalitario y criminal.

Creo, dolorosamente, que los eventos de protestas que puedan darse en estas condiciones, son de naturaleza anárquica, por desesperación de una población que progresivamente ha sido sometida a su aniquilación.

Como ya ha sido una y otra vez denunciado, la invasión de fuerzas militares extranjeras en territorio venezolano ha sido una larga planificación, tanto del crimen organizado, las bandas del narcotráfico y las organizaciones del terrorismo internacional, básicamente del medioriente, que se han infiltrado en todas las instituciones del Estado, incluyendo en la seguridad, militares y entes policiales.

En las actuales circunstancias no es posible continuar arengando a la población malnutrida venezolana con más sacrificio. Ya ha sido suficiente en más de 20 años de sometimiento planificado para controlarla, saquearla y destruirle hasta su memoria histórica y cultural.

Internamente los únicos capacitados para enfrentar a estas bandas y megabandas posicionadas en el Estado, son las fuerzas armadas nacionales quienes poseen la formación y las armas de guerra para lograr un cambio real. Ellos y el liderazgo político opositor deberían estar al frente para formular las estrategias, los acuerdos, a corto, mediano y largo plazo. Tanto unos como otros, tienen, necesariamente que contar con la ayuda externa militar que garantice la unidad de la nación como un todo. De otro modo, alargar la agonía de la población venezolana, que muere diariamente, es apostar por el riesgo inminente de la anarquía generalizada y la real posibilidad de las decisiones que se darían en acuerdos de potencias mundiales, bajo el pretexto de la paz internacional, que sometería al territorio a una, dos o más divisiones y el tutelaje de fuerzas extranjeras.

En la agudizada y prolongada agonía nacional de sobrevivencia, los únicos que pueden detener la avalancha de la anarquía generalizada y la muy posible división de la nación, son los militares probos y apegados a la constitución y las leyes, junto con el liderazgo político honesto de la oposición, por muchos desaciertos que unos y otros hayan cometido. En esta hora de extremo riesgo nacional, preservar la unidad nacional todavía es posible.

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