Rostros de la cuarentena: La crisis me obligó al trabajo sexual virtual

Rostros de la cuarentena: La crisis me obligó al trabajo sexual virtual

Foto: Luis Morillo – Cronica Uno

 

¿Hay trabajadores sexuales en medio de la cuarentena? ¿Cómo se hace ahora? ¿Hasta dónde llega el contacto físico? ¿O también se vino a menos el oficio más viejo del mundo? Todas esas preguntas y otras tantas las responde Milán, una joven transgénero que decidió salirle al paso al aislamiento, combinando a sus clientes fijos con el trabajo sexual virtual.

Por Mabel Sarmiento / Cronica Uno

No ha sido fácil, pues saltó de estar en el campo laboral formal –en una organización no gubernamental– a ejercer el trabajo más antiguo del mundo.

Estuvo seis meses como secretaria e igual tiempo como defensora de derechos humanos. En febrero salió de nómina sin previo aviso, situación que la obligó a cruzar una línea que, por ahora, no tenía previsto.

Quería trabajar para ahorrar y así pagarse su carrera universitaria, Comunicación Social era la primera opción. “Pensé en romper con ese cliché de que una chica trans solo consigue empleo en una peluquería o parada en una esquina”.

Al ver cerrado, en estos momentos, ese camino, y luego de escuchar las recomendaciones de otras amigas trans, decidió no retrasar su incursión, y a finales de febrero ya estaba debutando con los primeros amantes.

Empezó con muy buen pie el trabajo sexual, se armó una agenda con clientes fijos y un tanto seguros. Siguió al pelo las sugerencias de las amigas y se abrió paso.

Muy pronto le llegó, como a todos los venezolanos, el decreto de cuarentena y más atrás los traspiés para el negocio que recién comenzaba.

Aun cuando estaba digiriendo los alcances del aislamiento, no tenía claro si hasta los hoteles se verían afectados, si podía trasladarse en Metro, en camioneta o a pie para hacer el trabajo sexual… Milán estaba en el limbo como la mayoría de los venezolanos, pero en su caso siendo mujer trans, dijo, sería más complicada la cosa.

Pero no podía dar pasos en falso ni echarse para atrás. En la casa su mamá era la única con ingresos fijos y debía pagar el alquiler.

Así que para atrás ni para agarrar impulso y probó con lo que llamó “productos sexuales para la web”, un reto en un país donde al menos cinco de cada 10 venezolanos denuncia tener fallas en el servicio de Internet todos los días, de acuerdo al Observatorio Venezolano de Servicios Públicos.

 

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