Este viernes 5 de junio culminó la primera fase de flexibilización de la cuarentena y denominada “Plan 5 x 10” (Cinco días de flexibilización por diez días de cuarentena), pero, esta etapa en realidad no ha sido tan exitosa como el régimen la describe.
lapatilla.com | Katerín García
Los venezolanos a diario y en circunstancias normales se las ven color de hormiga para sobrevivir en manos de un régimen que aceleradamente atrae el acabose al país, pues tras 20 años de “robolución” todo el sistema de servicios públicos quedó por el piso, la industria petrolera no produce ni combustible para la nación, la inflación se come totalmente el poco dinero que obtienen los ciudadanos, el área médica por completo es un hueco sin acomodo y para poner la cereza al pastel, llegó el coronavirus complicando más la situación.
Esta semana de “flexibilización” de la cuarentena el régimen ordenó reabrir algunos sectores para “impulsar” en una “normalidad relativa y vigilada” la economía del país, pero a los ciudadanos esto no les ha caído tan bien, pues entre colas, fallas en servicios, costos, sobrecargo de tareas y sumando más casos de Covid-19 el cuento se torna de terror.
Desde el lunes 1 de junio comenzó la distribución de combustible bajo tres modalidades comenzado a trabajar las estaciones a las 5:00 am hasta las 5 pm; la primera con subsidio por el carnet de la patria; la segunda subsidio total del costo de la gasolina para el transporte público y la tercera suministro a un costo de 0.50 centavos de dólar (En un país no dolarizado). Sin embargo, las colas para abastecer los tanques de los vehículos son tan extensas que los usuarios pueden pasar hasta nueve horas o más esperando para poder surtir, sin seguridad de llegar a la meta y cabe acotar que para el martes 2 de junio en horas de la tarde la gasolina “subsidiada” ya no existía.
Además, los reportes a través de las redes sociales son interminables en cuanto a las fallas del servicio eléctrico a lo largo de la nación, obligando a los venezolanos a vivir bajo la luz de las velas, impidiendo la tranquilidad de los habitantes, de igual forma, el suministro de agua (vital para la lucha contra coronavirus) ha forzado a muchos a hacer largas colas para cargar agua en tobos y así suministrar sus hogares.
Asimismo, se observa en los supermercados los altos precios de los artículos, donde un kilo de leche en polvo puede costar al menos siete salarios mínimos o 15 dólares, una harina de maíz dos dólares, una mantequilla tres y un kilo de queso cuatro o cinco. Una familia de cuatro personas debe gastar al menos cincuenta dólares semanales para medio vivir.
También, debemos contar el aumento desmesurado de las cifras de Covid-19 en Venezuela que a diario son números considerables y aunque el régimen dice que en su mayoría los casos son “importados”, los contagios comunitarios continúan en alza, pero sin declinar afirman que la lucha en el país permanece a la vanguardia.
Este es la vida de cuarentena y flexibilización muchos venezolanos, con miedo, escasez, una inflación histórica y los peores servicios públicos del mundo, mientras Maduro y su séquito alardean ropas caras y mienten con una supuesta normalidad desde hace 20 años.