“¡Qué espanto causa el rostro del fascismo! Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.” Víctor Jara
Me pregunto siempre sin encontrar la respuesta si estos fantoches castrochavistas tuvieron alguna vez piedad o sentimientos por el prójimo. ¿Son despiadados y degenerados de nacimiento? ¿O perdieron el alma en el camino? La verdad es algo para lo que no tengo suficiente comprensión y que espanta al más indiferente. La sola existencia de seres que no sienten la más mínima condescendencia con quienes tienen a su alrededor, es incomprensible y asqueante; pareciera que su dotación originaria, genética de humanidad fue inexistente o defectuosa y lo peor es que su inhumanidad generalmente proviene de algún resentimiento y se transforma en ansias de venganza por lo que persiguen el poder para tener a su mano todo lo que les permita castigar a todos los que no sean despiadados y aberrados mentalmente como ellos. O sea no es solo ser indiferentes al sufrimiento del hermano sino que se engolosina agregandole suplicios a granel.
Hay demasiados especímenes de esta repugnante clase de seres para mí gusto y lamentablemente en mi patria los hay a montones. Los de la peor cepa los reclutas el criadero mayor que se ubica en Cuba y de allí se multiplican y envían a maltratar a nuestra gente.
Es un odio realmente exacerbado el que tienen el bobo de Cúcuta y su séquito hacia los venezolanos, entre los más reptiles, serviles y destacados está el alto mando militar con su desvergonzada actuación permanente en contra de los derechos humanos y las garantías sociales de nuestra gente. Estos militares no se conforman con rendirle cuentas a un extranjero sino que además acatan órdenes de agredir sin compasión a quienes juraron defender.
Cuando este éxodo, odisea, sufrimiento y castigo pase, que será muy pronto, las siguientes generaciones no creerán lo que sus padres y abuelos vivimos y pasamos millones de venezolanos. Y menos aún creerán que además de las penurias vividas en su búsqueda de mejores condiciones de vida fuera de la patria, al retornar a Venezuela por perder su sustento a raíz de la mega crisis mundial producto de la pandemia, recibirían más maltrato y vejaciones. Los narcocriminales que usurpan el poder profundizan su odio hacia nuestra gente y de cada situación generan una nueva tortura para hacerles la vida aún más complicada. A quienes regresan, víctimas de la falta de dinero para seguir subsistiendo fuera del país, le impiden la entrada a su propio país de la manera más cruel e inhumana, exponiendolos a la inclemencias del tiempo en pleno invierno, el sol, lluvia, el frío de la noche, así están expuestos miles de Venezolanos en los distintos pases de fronteras de Colombia y Brasil. Solo les permiten la entrada de un máximo de 300 personas los días lunes, miércoles y viernes, o sea, 900 semanales y sólo en Colombia se encuentra un millón ochocientos nueve mil (1.809.000) venezolanos según el registro del vecino país.
Rodeado en su mundo del desprecio, el energúmeno Maduro, entrenado para destruir y con la misma sorna con la que nos llamó limpia pocetas, dijo: “¿Por qué no se quedan allá los venezolanos? Si estaban tan bien y estaban chévere en Colombia, Perú y Chile, ¿por qué no se quedaron?.” Semejante grosera burla hacia nuestra diáspora solo por hacerse pasar por el demócrata que nunca ha sido ante el resto del mundo acusando a los países de donde se regresan los venezolanos, como culpables de qué esas familias se vengan en las peores condiciones jamás imaginadas.
Como parte del vía Crucis de ñapa que les espera a los retornados está el cierre del espacio aéreo, impidiendo la llegada de los vuelos humanitarios sin ninguna justificación, recordemos y no dudemos jamás que su fin es la maldad, perseguir, humillar, matar, masacrar, espiar, infiltrar, traficar o distribuir drogas y que en todo eso son excelentes gerentes; jamás hará esfuerzo alguno en atender y asistir a los miles de venezolanos con cientos de niños en los brazos cuya penuria no los ha conmovido, a sabiendas de que como han hecho todos los países con sus ciudadanos recibiéndolos a todos con estrictas medidas de seguridad sanitaria, ubicarlos en su respectivo estado y entregarselos a los Gobernadores y Alcaldes de cada entidad para mantenerlos monitoreados y en cuarentena. Así se reúnen con sus familiares y parte del sufrimiento se aliviaría.
Lo de estos narcocriminales solo es su provecho personal no les conmueve nada, no les importan los derechos humanos y a los Venezolanos a los que se han dignado en recibir los convierten en rehenes o secuestrados sin ningún tipo de asistencia o muy paupérrima asistencia como hemos podido ver en diferentes partes del país, tratados como despojos humanos, como se vió en el seguro social de Guarenas entre otros lugares.
Lo inconcebible es que a sabiendas de que Nicolás Maduro nació en Cúcuta, Colombia y le impide a los genuinos venezolanos, natos, netos y de pura cepa por los cuatro costados, la entrada a su propia patria, los militares activos Venezolanos se sienten orgullosos de que su comandante en jefe sea extranjero y se dejan mandar por militares cubanos, rusos, Iraníes, lo que nos ha convertido en una vulgar provincia Cubana, aplaudiendo además como nos saquean diariamente para sostener a los chulos cubanos.
No me engaño y estoy consciente de que en la actualidad hemos perdido la patria, la institucionalidad y los valores patrios del generalato pero con esa misma certeza, desde la cárcel del exilio estoy seguro de que recobraremos la libertad y Venezuela renacerá de las cenizas y resplandecerá curando todas estas profundas heridas que nos deja la Peste del siglo XXI.
Lo que sí es cierto es que los que viven sin alma, sin compasión y sin brindar la más mínima ayuda al desprotegido, seguramente no van a salvarse de la justicia divina y esperemos que tampoco se salven de la justicia humana, para eso yo aporto mi grano de arena con denuncias permanentes a través de lo que nos queda LA PLUMA Y La PALABRA
José Gregorio “El Gato” Briceño Torrealba/Valeria Briceño
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Fuente: http://gatobriceno.blogspot.com/2020/06/inhumanidad-y-crueldad-revolucionaria.html