Con un fenómeno tan grande como el nuevo coronavirus, para el cual los seres humanos no tienen inmunidad natural, ni vacuna, y que se contagia tan intensamente que ha causado una pandemia, la ciencia debió comenzar prácticamente desde cero para poder esclarecer el panorama.
Por infobae.com
A seis meses de iniciado el brote de SARS-CoV-2 que produce la enfermedad COVID-19, cada vez hay más información sobre el nuevo virus que puso en jaque el sistema sanitario mundial. Todavía faltan conocer muchos aspectos, sobre todo cuáles son los mejores tratamientos para evitar su estadío grave, e inclusive el desarrollo de una vacuna eficaz para prevenirlo.
En este contexto, un estudio, cuyo objetivo era investigar los anticuerpos contra el COVID-19, reveló que permanecen estables en la sangre de la mayoría de las personas infectadas casi dos meses después del diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, también sembró una duda: los anticuerpos no eran detectables en todas las personas expuestas al virus, lo que plantea un debate sobre cómo se deberían interpretar las pruebas virales de anticuerpos.
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Londres St George’s y el hospital universitario St George’s, analizó los tests de anticuerpos de 177 individuos diagnosticados con infección por coronavirus. Los resultados obtenidos demostraron que, en las personas infectadas con una respuesta de anticuerpos, los niveles se mantuvieron estables durante dos meses. El trabajo también demostró que aquellos pacientes que tuvieron infecciones más graves y con mayor respuesta inflamatoria tenían más probabilidades de desarrollar anticuerpos.
Según los autores de la investigación esto puede deberse a que las respuestas de anticuerpos funciona en paralelo con la respuesta inflamatoria a una enfermedad grave, o que una mayor carga viral podría conducir a una mayor estimulación de las vías inflamatorias y de desarrollo de anticuerpos.
“Cuando la persona ya formó anticuerpos no contagia. Es decir, un paciente que transitó la enfermedad va a elaborar anticuerpos contra el virus que sirven como si fueran defensas. En el modelo teórico no se volvería a infectar sino que estaría inmunizado y no correría riesgo”, adelantó a este medio Gabriela Piovano, médica infectológa del Hospital Muñiz.
Otro dato que arrojó el estudio sobre los anticuerpos es que entre el 2 y el 8,5% de los pacientes no desarrollaron anticuerpos COVID-19 en absoluto. Los investigadores indicaron que esto puede relacionarse a que la respuesta inmune en estos pacientes podría ser a través de otros mecanismos de respuesta inmune, como diferentes antígenos o células T.
Otra respuesta al interrogante podría ser que las infecciones relativamente leves pueden estar restringidas a ubicaciones particulares en el cuerpo, como dentro de las células de la mucosa del tracto respiratorio, donde las respuestas de anticuerpos están dominadas por un sistema inmunitario secretor.
El estudio también exploró asociaciones entre diferentes características y respuestas de anticuerpos. Por ejemplo, ser de etnia no blanca se asoció con una mayor respuesta de anticuerpos, lo que vincula el conocimiento de que los pacientes de otras etnias tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave. Los pacientes mayores y aquellos con otras afecciones, como hipertensión y sobrepeso, también tenían más probabilidades de presentar una respuesta de anticuerpos.
En la misma línea, Piovano explicó que en el modelo teórico la persona ya tendría las defensas preparadas para nunca más volver a cursar la enfermedad, pero con el coronavirus es todo muy nuevo y relativo: “No tenemos certeza si realmente es anticuerpo sirve en un posible caso de una nueva cepa del virus debido a que aún es un escenario muy nuevo y hay evidencia que demostró que es un virus que fue mutando”.