Hambre, enfermedades, desempleo y angustia, eso fue lo que trajeron los retornados en el equipaje. La cifra es incierta, desde 2000 hasta 8000 personas que están aisladas en el municipio Páez, el segundo más grande de Apure y zona fronteriza con Colombia; luego de su regreso obligado por la pandemia causada por la COVID-19.
Por Cronica Uno
Se marcharon para buscar mejor suerte en Chile, Ecuador y en Colombia. Pero la pandemia generada por la COVID-19 los obligó a regresar. Cruzaron trochas, ríos y por los puentes internacionales al suroeste del país. De este lado de la frontera los esperó el trago amargo de la desidia, el abandono y la indiferencia gubernamental. “Pareciera que nos están castigando por habernos ido, por haber traicionado a la patria. Yo migré por salud, para buscar tratamiento para el cáncer”.
A esa conclusión llegó Keilyn Urbina, una de las mujeres retornadas que ya cumplió 38 días en aislamiento. En su caso, entró por el Arauca, la frontera marítima de 2219 kilómetros que separa a Colombia y Venezuela, por los lados del estado Apure.
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