Si antes era uno que otro el que se subía a una buseta para vender chucherías, productos de hogar, exponer su arte a cambio de una colaboración, o sin ambages acudir a la caridad de las personas, hoy uno tras otro esperan su turno, como se ve en especial en aquellas rutas suburbanas de San Cristóbal ubicadas en las cercanías del Terminal y la Villa de los Buhoneros, puntos donde se han concentrado en estos tiempos de cuarentena.
Por La Nación
Estos tiempos especiales en vez de esconder a los informales que abordan busetas minutos antes de que estás emprendan su correspondiente ruta, los ha acrecentado, habida cuenta de que las opciones para obtener ingresos seguros se han reducido, y esta ha sido una forma de lograr algo para el sustento diario, y lo mejor, en efectivo, preferentemente en pesos.
Al principio eran frecuentes los roces con los choferes, e incluso con pasajeros, entre fastidiados e intimidados con su presencia. Pero poco a poco, han sido más tolerados, en parte porque su perorata, se ha convertido en la representación de la realidad de quienes deben luchar por su sobrevivencia y la de los suyos, a como dé lugar, sin hacerle daño a nadie. Muchos le son indiferentes, otros están pendientes de adquirir lo que ofrecen, algunos aprenden…pues no saben si terminen en las mismas condiciones.
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