Zulai, con síntomas de gripe, no dudó en ir al hospital Perez de León en Petare, la mayor favela de Venezuela. Allí Médicos Sin Fronteras instaló un campamento donde más de cien profesionales atienden la pandemia de COVID-19 sorteando la crisis de salud pública.
Pacientes como la enfermera Zulai Ojeda, recibidos con una medición de temperatura con termómetros digitales, entran uno a uno a grandes carpas blancas y azules instaladas por Médicos Sin Fronteras (MSF) a las afueras del hospital Ana Francisca Pérez de León II, en esa enorme barriada caraqueña de 400.000 habitantes.
Dentro, los galenos ofrecen consultas individualizadas donde hacen pruebas PCR y de diagnóstico rápido para detectar el virus, cuenta a la AFP Cruz García, médica española de MSF, organización presente en el país caribeño desde 2015.
Si se trata de un caso positivo es admitido en pulcras habitaciones de paredes amarillas que albergan 16 camas de hospitalización y seis de cuidados intensivos con respiradores para casos graves. Es un pequeño oasis entre denuncias gremiales de falta de condiciones sanitarias adecuadas, por insuficiente presupuesto, en la salud pública.
Tras entrar en contacto con una colega contagiada de COVID-19, pero asintomática, Zulai teme transmitir el virus a su madre anciana e hijo pequeño: “Tengo miedo”.
Por ello, además del “manejo clínico”, MSF brinda “apoyo psicológico” al paciente, sus familiares e, incluso, al mismo personal médico, dice García.
El campamento de MSF se instaló a mediados de abril en el hospital, uno de los 46 “centros centinelas” habilitados por el gobierno de Nicolás Maduro para atender la pandemia, en coordinación con el ministerio de Salud.
Llevó “casi dos meses de trabajo logístico” armar el circuito de carpas y adecuar y equipar el recinto, explica a la AFP Isaac Alcalde, coordinador general de proyectos de MSF en Caracas.
La pandemia encontró a Venezuela, con 30 millones de habitantes, con sus servicios colapsados por una grave crisis económica. Según la ONG Médicos Por la Salud, en 2019 hubo escasez de 50% de medicinas e insumos en hospitales y más de 70% de estos presentaron fallas de agua o electricidad.
Meticulosamente, Cruz lava sus manos con jabón en gel y agua que almacenan en envases naranja en varios puntos del lugar.
“Había sido engorroso” por la falta de agua hasta que el Estado envió camiones cisternas, apunta a la AFP la directora del hospital, Zaira Medina.
Desde mediados de marzo, el coronavirus ha contagiado a 4.187 personas y cobrado 35 vidas en Venezuela según cifras oficiales, cuestionadas por la oposición y organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch.
Tras pasar por una de las carpas, Zulai esperaba los resultados de la prueba. “Solo Dios es el que sabe las cosas, pero hay que descartar”, razona. AFP