En las condiciones actuales, es aterrador observar, por ejemplo, en los niveles más bajos de lo que queda de instituciones públicas, como en las Alcaldías, a funcionarios sin ninguna legitimidad, que se pelean por ser los encargados de una Estación de Servicio, en la “organización” del suministro de gasolina. El objetivo final de toda esta vergonzosa y planificada forma de turnarse, es cobrar en divisas a los particulares o mejor aún, ellos mismos servir a sus “clientes VIP” fuera de horario para llenarle los tanques de combustible a un buen precio.
¿Será que, como a muchos, a estos funcionarios se les retiró el alma?.
Con seguridad su enloquecido afán por medrar a costa de los recursos de la nación, no se dan cuenta que están cada vez más, agravando y llevando a Venezuela a un Holocausto en el cual ni ellos mismos estarán a salvo. Para la población, todos están identificados; ,lo que derivará para ese funcionario, en Responsabilidad Civil, Responsabilidad Administrativa y Responsabilidad Penal.
Llegado el momento, deberá imperar la justicia, tanto a través de la Ley Contra la Corrupción Art. 61 y Código Penal en su Artículo 197, para el funcionario público que por algún acto de sus funciones reciba para sí mismo o para otro, retribuciones en dinero u otra cosa y que este acepte, deberá ser castigado.