El gabinete de Líbano se enfrentaba el lunes a una creciente presión para dimitir tras una gran explosión que provocó protestas antigubernamentales y la renuncia de varios ministros, siendo la de Justicia la última en abandonar el cargo.
El estallido de más de 2.000 toneladas de nitrato de amonio en un almacén el 4 de agosto acabó con la vida de 158 personas, hirió a más de 6.000 y destruyó parte de la ciudad mediterránea, coronando meses de deterioro político y económico y provocando airados llamados a la dimisión de todo el gobierno.
El gabinete, formado en enero con el respaldo del poderoso grupo proiraní Hezbollah y sus aliados, tenía previsto reunirse el lunes, mientras muchos ministros querían renunciar, según fuentes ministeriales y políticas.
Los ministros de Información y Medio Ambiente dimitieron el domingo, así como muchos legisladores. La ministra de Justicia renunció el lunes, citando la catastrófica explosión.
“Todo el régimen debe cambiar. No habrá diferencias si hay un nuevo gobierno”, dijo Joe Haddad, un ingeniero, a Reuters. “Necesitamos elecciones rápidas”.
El primer ministro, Hassan Diab, dijo el sábado que pedirá el adelanto de las elecciones parlamentarias.
El presidente de Líbano dijo con anterioridad que había material explosivo almacenado desde hacía años de forma insegura en el puerto. Más tarde dijo que la investigación evaluará si la causa fue una interferencia externa, negligencia o accidente.
El gobernador de Beirut dijo que muchos trabajadores foráneos y conductores de camiones seguían perdidos y se asumía que habían fallecido, lo que complicaba los esfuerzos para identificar a las víctimas.
Reuters