La abstención es una acción táctica, no estratégica. No constituye un propósito final. Si no sabemos en qué contexto de acciones se inscribe, puede ser insustancial. Es fundamental entonces anticipar el comportamiento de las variables relevantes del entorno político para definir la ruta a seguir. En la presente circunstancia, una pregunta básica de planificación y estrategia política sería: ¿Qué escenarios posibles se manejan a partir de la celebración de las elecciones parlamentarias y, ante éstos, cuáles vías anticipamos para mantener viva y combativa a la oposición democrática? No dudamos que este planteamiento sea parte de las consideraciones actuales de nuestros dirigentes y partidos políticos.
No obstante, la memoria nos tienta a formular dos preguntas retrospectivas: ¿Cuando conquistamos la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, habíamos examinado todos los probables escenarios de reacción del régimen y estimado las respuestas para enfrentarlos…? Otra, ¿Durante la convocatoria al Revocatorio Presidencial de 2016, lograda tras una ardua, masiva, y combativa participación ciudadana, se había previsto que la misma podía ser saboteada, (como lo fue, mediante pedestre maniobra de jueces oficialistas y el CNE) y habíamos dispuesto cómo reaccionar…?
Luce acertada y oportuna la exigencia que formulan nuestros prelados.