¿Por qué a veces hablamos solos? ¿Es, quizá, una característica de que se nos está yendo la cabeza? Como bien sabemos, el hecho de divagar y razonar en voz alta sin tener a ningún otro interlocutor delante suele estar mal visto. Sin embargo, es una práctica saludable que merece la pena practicarla de vez en cuando.
Dicen que los grandes sabios como Einstein o Newton solían tener profundas y complejísimas conversaciones con ellos mismos. Cuando Conan Doyle creó a su famoso personaje, Sherlock Holmes, no dudó en dotarlo también de esta práctica para demostrar que las mentes más avezadas, no solo eran algo peculiares en sus hábitos, sino que disponían también de sus propias prácticas para razonar.
Así, y aunque la mayoría vivamos en unos mundos excesivamente ruidosos y a menudo optemos por el silencio como mecanismo de descanso, no está nada mal activar de vez en cuando una buena conversación con el propio yo.
No solo le haremos compañía, sino que también lograremos poner en orden muchas cosas que reclaman nuestra atención. Además, la salud emocional lo agradecerá.
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