La última vez que vi a Juan Requesens fue aquel martes 7 de agosto de 2018 en la Asamblea Nacional, donde en su discurso cerró con aquella frase de antología “Yo me niego a rendirme”. Pasarán los tiempos y siempre será recordada como el grito de un hombre insumiso ante la dictadura. Aquel día nos despedimos al terminar la sesión a la una de la tarde, pero había la preocupación de que el régimen tramaba algo contra Requesens. Antes de comenzar la sesión quedé asombrado cuando al comentar sobre varios libros de ciencias políticas me percaté que Juan hablaba inglés muy bien.
Juan Requesens pasó por todo el escalafón de un verdadero líder estudiantil. Delegado de curso, presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Estudios Políticos de la UCV y presidente la Federación de Centros de Estudiantes. Juan ha sido un luchador incansable y combativo y yo en la intimidad muchas veces le decía que bajara el perfil de agitador, que era lo que lo caracterizaba. Las bandas armadas del chavismo se la tenían jurada a Requesens. En una ocasión en las protestas de 2107, uno de estos matones del PSUV le dio con un tubo en la frente y la sangre brotó abundantemente sobre su rostro, rápidamente en una moto lo trasladaron a la Policlínica Las Mercedes donde los atendió su padre, el doctor Juan Guillermo Requesens. La cicatriz quedó en su cara pero no en su espíritu de lucha.
Con su detención se violaron todas las normas constitucionales al encarcelársele sin previamente habérsele allanado la inmunidad parlamentaria. Para ello el fiscal del terror Tareck William Saab en conjunción con la espuria Constituyente, fabricaron la excusa de la flagrancia, imputándole intento de magnicidio contra Maduro, en la avenida Bolívar de Caracas, aunque la detención de Requesens tuvo lugar días después en su casa. Luego vinieron aquellos videos macabros, uno con un Requesens desvariando y otro con una ropa curtida por las heces fecales. Ese día andábamos Jorge Millán, José Antonio Mendoza y yo y el impacto que recibimos fue el de un rayo. Con esos videos queriendo quebrar a Requesens, evidenciaron la catadura moral de un régimen en cuyo léxico la palabra escrúpulo fue borrada hace tiempo.
Lo cierto es que tras más de dos años presos, gracias a las gestiones de Henrique Capriles se logró una medida de casa por cárcel. El otorgamiento de tal medida dice una sola cosa: todo el expediente urdido contra Juan Requesens carece de cualquier sustento legal y más bien todo en su contra obedeció a una acción política. Requesens es inocente, como tantas veces dijimos.