La fundadora de Survivor Corps, Diana Berrent, de 46 años, relató para The Post su batalla con COVID-19 en marzo. Ella pensó que su terrible experiencia con el virus había terminado cuando dio negativo en la prueba, pero seis meses después, sufre de síntomas que cree que fueron provocados por la enfermedad, incluido un diagnóstico reciente de glaucoma.
Por New York Post
Cuando recibí COVID-19 en marzo, me quedé atónito porque, como un hombre de 45 años extremadamente sano, difícilmente pensé que estaría entre los primeros en el área de Nueva York diagnosticada con una enfermedad respiratoria que pensé que solo se suponía que afectaría gravemente a los ancianos y a los ancianos. inmunodeprimido. Todo lo relacionado con esa suposición resultó ser incorrecto.
No necesitas que te diga que todos somos vulnerables al virus. Como neoyorquinos lloramos mientras perdíamos seres queridos durante marzo y abril mientras el virus arrasaba nuestra ciudad; todos hemos leído los obituarios y conocemos las historias de terror de padres que pierden a sus hijos y de hijos que pierden a sus padres.
Y aprendí que el virus traía más altibajos que un caso de gripe. Experimenté las mañanas que empezarían bien pero luego se convertirían en tardes de pavor, dificultad para respirar y dolores de cabeza aplastantes.
Pero cuando me recuperé, salí corriendo de mi habitación donde había pasado 18 días en aislamiento, a los cálidos abrazos de mi familia, pensé que había terminado con el virus. Después de todo, finalmente había resultado negativo para el virus y positivo para los anticuerpos. Simplemente asumí, como la gripe, que había terminado.
Mi estómago seguía molestándome pero estaba decidida a ganar el peso que había perdido (palabras que nunca imaginé pronunciar) y la fuerza que me había dejado sin poder hacer ejercicio. Una vez conocido por sobrevivir a novias y novios en sus propias bodas, apenas podía permanecer despierto hasta las 9 pm.
Han pasado seis meses; Todavía no puedo quedarme despierto después de las 9 pm y no puedo hacer ejercicio en absoluto, una vez como parte de mi rutina diaria. Las sombras de mis síntomas agudos han regresado en los últimos meses, como olas. Las náuseas intensas, el dolor profundo del oído interno y los dolores de cabeza van y vienen; Cada mañana se siente como si estuviera metiendo la mano en una bolsa de compras para identificar el síntoma del día.
Las náuseas eran tan implacables que, en un momento dado, fui a la atención de urgencia para obtener una receta para cualquier cosa que pudiera eliminarla (nunca había experimentado náuseas más que durante el embarazo y eso no se comparaba con esto); Me presenté tan sintomático que, a pesar de mis súplicas, insistieron en hacerme una prueba de COVID-19.
Sabiendo que sería negativo (sí, ha habido un puñado de reinfecciones, pero han sido tan pocas y distantes, ¿cuáles serían las posibilidades?), Solicité una prueba de anticuerpos también. Como era de esperar, la prueba de diagnóstico fue negativa y, a pesar de los síntomas persistentes, mis anticuerpos se mantuvieron altos.
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