Josefina* asegura que se maneja “parcialmente” en dólares, pues prefiere mantenerlos como ahorro, a manera de “salvavidas a la hora de una emergencia”.
Por Luisana Solano / voanoticias.com
Esta bibliotecóloga venezolana explica a la Voz de América que con su sueldo como empleada de una institución financiera en Caracas, compra algo de divisas, “si la inflación te lo permite”.
“Esta inflación tan grande hace que necesariamente tengamos que recurrir a los ahorros para complementar parte del gasto cotidiano”, dice.
Agrega que si bien tiene una cuenta fuera del país, no cuenta con Zelle, – la red de pagos basada en EE.UU.-, por lo que es para ella complicado mover su saldo.
Es por ello, afirma, que cuando ha tenido algún ingreso extra en dólares, le pide a su socia que lo depositen en su cuenta, que sí tiene ese sistema de transferencias.
“Le pido a ella que sea quien me haga algunos pagos. Termina uno utilizando un intermediario para hacer algunos pagos directos en dólares y para movilizar los dólares”, apunta.
En algunas ocasiones, explica Josefina, usa el efectivo para algunos gastos.
Con la paulatina flexibilización del control de cambio y la necesidad de una moneda estable, en Venezuela el dólar ha pasado a dominar como método de pago, lo que ha generado el auge de distintos mecanismos para poder transar en divisas y cubrir esa demanda de quienes no tienen una cuenta bancaria en Estados Unidos.
Giorgio Cunto, economista e investigador de la firma Ecoanalítica, explica a la VOA que la dolarización emergente por la que pasa Venezuela tiene tres aristas: la indexación de contratos, salarios, etc. en divisas; la de activos o financiera; y la transaccional.
El especialista expone que desde Ecoanalítica han hecho dos estudios sobre el tema. El primero, realizado en febrero en áreas metropolitanas del país, arrojó que el 64% de las transacciones registradas se realizaron en divisas.
En este mismo estudio, dentro de las divisas, el efectivo representaba más del 80% de estas transacciones.
En el segundo estudio, realizado para julio en medio de la pandemia, solo en Caracas, las divisas se usaron en un 60% de las transacciones realizadas.
El uso del efectivo, como medio de pago en las divisas, bajó a un 50%; después están Zelle y otros con un 30%, y las transferencias de un banco a otro solo fueron un 1%.
El especialista apunta, sin embargo, que Caracas no es la ciudad más dolarizada del país.
“Los dólares eran predominantemente en efectivo, y han estado migrando a unos cuantos métodos, un poco más electrónicos, especialmente durante la cuarentena”, apunta.
Banca local
El mercado ha visto el mayor uso de divisas en los últimos años, y la necesidad de los venezolanos de poder moverse en esta economía dolarizada. Recientemente, la banca venezolana empezó a ofrecer cuentas donde los venezolanos pueden depositar sus divisas y usarlas, con algunas restricciones.
Solo en septiembre, al menos dos bancos – Mercantil y Banco Activo – anunciaron que se unían a este sistema. Conocidas mayormente como “cuentas en moneda extranjera”, por lo general son cuentas corrientes no remuneradas con la que se pueden movilizar fondos y efectuar pagos en divisas, de forma electrónica.
Al menos una decena de bancos nacionales, incluido los más grande del país y la banca pública, ya tienen este tipo de cuentas, de acuerdo a registros de medios nacionales.
Cunto señala que estos instrumentos locales tienen limitantes, pues todavía no se puede interactuar de un banco a otro. Sin embargo, explica que “pareciera que iría la tendencia a la reforma”, aunque “aún faltan detalles”.
“Por tema de conveniencia, no debería sorprender que gente que reciba divisas por operaciones cotidianas, que ya es algo que está permeando en prácticamente todos los extractos sociales, decida: bueno, voy a operar en divisas localmente”, indicó.
Josefina, por su parte, asegura que sí usaría este tipo de cuenta, pero prefiere esperar “cómo se van moviendo esas cuentas” y qué tan confiable es. “Yo no pondría por completo mis ahorros, sino algún pago puntual que alguien me haga y que yo decida utilizarlo para hacer pagos posteriores”.
“Sería una cuenta de transito, básicamente”, dice la bibliotecóloga a VOA Noticias.
Si bien el gobierno en disputa del país ha abogado por la recuperación de la moneda, en una entrevista a finales del año pasado, el presidente en disputa Nicolás Maduro aseguró que el proceso de dolarización era “una válvula de escape” y que no lo veía mal.
Instrumentos digitales
Otras de las herramientas usadas son billeteras electrónicas o sistemas de pago fuera del país, que han encontrado en el venezolano un nicho ideal. Después del efectivo, Zelle, se presenta como una de las más populares en Venezuela.
Es común que tiendas, restaurantes y grandes cadenas supermercados ya acepten el pago por esa vía.
Sin embargo, como se demostró en junio de este año, no es necesariamente la más efectiva. Un grupo de clientes venezolanos del banco estadounidense Wells Fargo recibió la noticia de que dejarían de disfrutar el servicio por considerar que su uso no correspondía a “como está concebido”. Si bien la decisión no tuvo que ver directamente con la red de pago, generó angustia en los usuarios por no saber cómo iban a seguir moviendo su dinero.
En el caso de las billeteras digitales, una de las que más ha sonado es AirTM. Ya tiene algún tiempo operando en el Venezuela, y el mes pasado el gobierno interino anunció esta vía como la elegida para realizar el pago de un bono especial para el sector salud de 100 dólares mensuales por tres meses.
A pesar del bloqueo que sufre el sitio desde su selección, para finales de septiembre ya eran 45.000 los venezolanos que habían recibido el aporte a través de la plataforma, aunque otros 7.000 todavía no habían podido registrarse.
Tan solo en junio de este año, Shasta, otra aplicación para mover divisas sin necesidad de una cuenta bancaria en el exterior, anunció que recibió el permiso de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario de Venezuela (Sudeban) para operar en el país.
Hay otras herramientas que están comenzando a operar en Venezuela. Es el caso de Reserve, que comenzó labores en el país a finales del año pasado.
“Es una forma en la que personas que normalmente no podrían abrir una cuenta bancaria estadounidense en dólares fácilmente, crean una cuenta en dólares y hagan transacciones”, explica a la VOA, Nevin Freeman, CEO de Reserve.
La aplicación tiene servicio completo en Venezuela y está disponible en Colombia y Argentina con servicio inicial. Para poder usarlo, solo se tiene bajar la app y tener un número local.
Freeman comenta que la idea de la app comenzó de manera más “intelectual”, tratando de aprender del ambiente hiperinflacionario que vive el país.
“Empezamos hablar con personas en Venezuela sobre la situación y simplemente llegamos a creer que tal vez podríamos hacer la diferencia y ayudar a resolver ese problema para las personas con esta tecnología”, comenta.
El CEO de Reserve explica que además del uso natural de este tipo de app, para enviar y recibir dinero o almacenarlo, también es usado por los venezolanos que ganan dinero en el extranjero, pero no tienen ninguna forma de convertirlo de forma segura.
Por su parte, Javier Rojo, estratega de redes sociales para América Latina de Reserve y venezolano, como gran parte del equipo, asegura que los usuarios “están satisfechos porque es una herramienta que les permite, primero, resguardarse de la hiperinflación”.
Rojo explica que están en la fase de beta cerrada, donde no le están dando acceso a más usuarios nuevos pero tienen una lista de espera, y los usuarios preguntan cuándo podrán registrarse para usar la aplicación.
Para el economista e investigador de la firma Ecoanalítica, Cunto, con todas estas herramientas y el paso de la dolarización, a la larga, “es muy difícil recuperar el Bolívar como principal signo monetario en Venezuela”.
El experto no descarta que esta dinámica bimonetaria sea una característica estructural de la economía venezolana de cara al futuro en el mediano y a largo plazo, como ha ocurrido en otros países de la región.
[*Nombre ficticio utilizado a petición de la entrevistada que pidió no ser identificada como medida para su seguridad]