Mencionamos la Orden del Temple, cuyos integrantes eran considerados “Los Soldados de Cristo”, a propósito del siguiente relato de Molly de la Sota:
“En la DGCIM a él y sus compañeros los llaman `Los Soldados de Cristo´, todas las tardes a las 3 pm rezan el rosario, y también leen la biblia y hacen reflexiones. Cada quien, encerrado desde su celda, con increíble fe, allí en `La Casa de los Sueños´, en un sótano apartado de los demás sótanos, en medio de tanto horror, nuestros militares oran por su libertad y la de Venezuela”.
El Capitán de Navío Luis de la Sotta “tiene 28 meses” en esos sótanos, “sin juicio”, ese solo hecho pudiese considerarse como tortura, no obstante, en los casos de militares en igual condición, la negativa de las autoridades a “ordenar la investigación de las denuncias de tortura” es patente, al punto que un examen médico es ordenado “sólo una vez que las marcas de tortura ya no estaban presentes” y de estar “presentes” no son registradas, le ocurrió a De la Sotta.
Las “Conclusiones detalladas de la Misión internacional independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela” afirman, en el ítem “773”, que el 21/05/2018 un informe forense “certificó que el Capitán de la Sotta no tenía lesiones externas y estaba en buen estado de salud. Según el Capitán de la Sotta, tenía signos visibles de tortura cuando el médico lo evaluó.”
Las anomalías existentes en el proceso judicial seguido a este oficial naval, Segundo Comandante de un grupo de élite de la “FANB”, expresan el oscurantismo reinante en la jurisdicción penal militar (minúsculas por razones obvias). El 18/05/2018, amenazado y forzado a subir a un helicóptero, “sin presentar [sus captores] ninguna orden de arresto”, cargan con él para ser interrogado sobre la Operación Armagedón, siendo objeto de desaparición forzada por 48 horas.
A la brava, iniciaron y tramitan la causa penal. “Sobre esta base, el Gobierno dio a entender que el día de la detención era el 20 de mayo, y no el 18 de mayo de 2018.” “El 22 de mayo de 2018… cuatro días después de su detención, los oficiales de la DGCIM presentaron a Luis de la Sotta… solicitó tener una representación legal de su elección, pero el tribunal le asignó un defensor público militar.”
En la Audiencia de presentación, “El Capitán de la Sotta apareció en el tribunal con la misma ropa que llevaba cuando fue arrestado. Su ropa estaba manchada de sangre y fluidos corporales. El Capitán de la Sotta declaró su inocencia y señaló las marcas en sus manos por haber tenido las esposas apretadas, declaró: `Fui torturado, abusado y asfixiado por los oficiales de la DGCIM´”.
La tortura en este caso, como en tantos otros, es una constante, con signos palpables. “El 23 de junio de 2018, el Capitán de la Sotta fue autorizado a una visita familiar. Según los testimonios de sus familiares, le habían afeitado la cabeza y llevaba ropa que olía mal. No podía mantenerse derecho porque tenía las costillas rotas. Estaba pálido y delgado y tenía cicatrices en las muñecas. Parecía desorientado y no sabía la hora del día. Estaba desesperado por saber dónde estaban sus hijos.”
En la Audiencia preliminar, celebrada siete meses después de la Audiencia de presentación, del 12 al 20 de diciembre de 2018, a pesar de que, “según el Código Procesal Penal, no deben transcurrir más de 65 días entre las dos audiencias”, la única prueba en su contra fue la declaración de un “teniente… [arrestado al mismo tiempo que él] …liberado después de su testimonio y abandonó el ejército un mes después”.
Desde entonces espera juicio, confinado en espacios reducidos con otros reclusos, v.gr.: el “Cuarto de los Locos” de 2 x 2 metros, sin servicios sanitarios, “por lo que a menudo dormía con sus propios excrementos”, ni “ventilación ni extractores de aire lo que afectaba la respiración, los ojos y la piel del Capitán de la Sotta y otras personas detenidas”, tampoco acceso a agua potable o a la “medicación permanente” que tiene prescrita, afectando la condición física de un apasionado de los deportes, que siendo pequeño, como de 11 años de edad, participó en una competencia de natación en Alemania, y ya adolescente, en su tiempo libre, trabajaba como entrenador de natación.
Luis se crió en un hogar con valores, el principal: la familia. Él se graduó de bachiller a los 16 años y quiso entrar a la Escuela Naval, pero mis padres no querían, así ingresó en la Universidad Rafael Urdaneta, en Ingeniería, y después de un año insistió, hasta que lo logró. Molly hizo una pausa… reflexiva, prosiguió, Ama su Carrera y a su país sobre todas las cosas. Estoy muy orgullosa de Luis y de los militares constitucionales que están encerrados con él, son valientes y honorables.