Carolina Fuentes, de 42 años, viajó desde Santiago hasta la comunidad rural de Ninhue, en la región del Ñuble, a unos 450 kilómetros de la capital. La razón, una urgencia provechosa, ya que debía vender la camioneta que su padre le había heredado. Calzaron fechas especiales, pues Carolina estaba de cumpleaños, motivo por el cual celebró junto a su familia en el lugar donde nació. Después de la fiesta, se inicia el enigma, que es parte de la investigación. Una especie de nebulosa que tras cien días de desesperada búsqueda, arrojó una noticia estremecedora.
Por infobae.com
Sus cercanos iniciaron una búsqueda desesperada temiendo lo peor, en los últimos días del mes de junio. Eran tiempos especiales, en los que moverse de una ciudad a otra en el país no era fácil, por las imposiciones sanitarias. Por eso, la alarma fue inmediata. Cuando se percataron, marido e hijos de la mujer, que tras un viaje que no se prolongaría por mucho tiempo, Carolina no llegaba, y no sólo eso, tampoco daba señales de vida.
Finalmente, la fiscalía de Ñuble dio a conocer el hallazgo de un cuerpo, que tras pericias dactilares, confirmó la identidad de Carolina Fuentes Bustos, la misma que había desaparecido el pasado 30 de junio. En su momento, la fiscal a cargo de las pericias, Cecilia González, le comunicó a su familia que la investigación se orientaba a la “participación de terceros”, no se traba de un accidente, y por lo mismo, el esposo, los hijos y los cercanos de Carolina, levantaban sospechas respecto a quien estaba detrás del crimen.
Carolina, durante su estadía en Santiago, casada y con su familia, según revela la investigación, mantuvo contacto periódico con un hombre llamado Ricardo Neira. Pocos, sin embargo, sabían que durante la época de escuela, ambos, mantuvieron una relación sentimental. Romance que no estuvo exento de dificultades, por lo mismo, se separaron y la propia Carolina contrajo matrimonio tiempo después con Óscar Cisternas, con quien formó una familia. Los cercanos advierten que Ricardo, siempre estuvo pendiente de ella, y constantemente le enviaba mensajes, aún estando casada.
Esa tarde, tras la celebración, Carolina nuevamente habría sido contactada por Ricardo, el hombre de ahora 44 años, quien por mucho tiempo quiso volver a verla y enterado de su cumpleaños y su paso por su ciudad de nacimiento, le pidió un encuentro.
El último día que su familia vio a Carolina, fue el 25 de junio. En los días anteriores permaneció en casa de su hermano Osvaldo. Tras realizar los trámites que se requerían para la venta de la camioneta que perteneció a su padre, se trasladaron a Chillán para entregar el vehículo. Los tres hermanos habrían recibido cerca de quinientos mil pesos (USD 630) cada uno por esta transacción. Después de esto, y tras despedirse de su hermano, se le pierde el rastro.
Los últimos antecedentes proporcionados por Osvaldo Fuentes, hermano de la mujer, fue que Ricardo fue en busca de Carolina, con quien había quedado de reunirse en un sector llamado Lircay, muy cerca de su casa. En adelante, no tuvieron contacto con ella. Pasaron cinco días y no supieron nada de ella.
Lo que describe la investigación es que Carolina pasó cinco días con Ricardo en otro lugar, llamado Los Naranjos de Portezuelo, donde el hombre vive con su madre y hermanos. Cinco días en los cuales no se sabe en qué condición estuvo, y que la propia familia de Carolina sospecha que se mantuvo contra su voluntad. Para pensar en esta tesis, tienen sus argumentos.
De inmediato Neira se convirtió en el principal sospechoso. Ya el 30 de junio, sin rastros de Carolina, la familia, con la denuncia por presunta desgracia ya hecha, la busca en un operativo que apoyaron vecinos, voluntarios de bomberos y equipos de emergencias provistos de drones. La policía, dispuso a 200 funcionarios que revisaron exhaustivamente la zona donde fue vista por última vez, incluso, la casa de Ricardo Neira, donde no se encontró ninguna pista.
Desde el sexto día, comenzó a pasar algo inesperado, que bien pudo ser una noticia positiva, pero no. Unos mensajes de WhatsApp enviados desde el teléfono de Carolina, buscaban dejar tranquilos a quienes, a estas alturas, buscaban con desesperanza a la mujer. Su familia, sin embargo, rápidamente entendió que no había sido ella la que escribió los mensajes, ya que los textos tenían una gran cantidad de faltas de ortografía, detalle que Carolina siempre cuidó preocupándose mucho de su redacción.
Pensar en que estuviera con vida era una posibilidad cada vez más lejana. Razones para dejarlo todo no tenía, según sus cercanos. Los mensajes de WhatsApp habían acrecentado las dudas y la noticia más triste finalmente se confirmó el pasado 5 de octubre. Un cuerpo, con una prenda roja, tal como se vio por última vez a la mujer, cuyas huellas eran coincidentes, correspondía a finalmente a Carolina Fuentes.
Óscar Cisternas, marido de Carolina, inmediatamente manifestó sus dudas. “Yo creo que aquí hubo terceros que algo le hicieron. Confiamos en la Policía de Investigaciones, que sigue buscando evidencias, para llevar a la persona que le hicieron algo y que quede tras las rejas”, declaró.
Ricardo Neira, el principal sospechoso, el amor de infancia de Carolina y de quien decidió apartarse, declaró varias veces ante la policía. En estas interrogaciones, cayó en contradicciones que, a juicio del Director Nacional de la Policía de Investigaciones de Chile, Héctor Espinosa, son categóricas. “Ricardo Neira fue la última persona en tener contacto con la víctima. Hay antecedentes que lo vinculan derechamente y en forma contundente en el hecho”, declaró.
Para este viernes, se espera la audiencia de formalización de Neira. Momento en el cual, la fiscalía revelará los datos que lo inculpan y que son advertidos por la policía como definitorios en su responsabilidad por el crimen. Tanta seguridad, que será tramitado como femicidio. Tanto su familia, como la comunidad, exigen justicia en contexto de un alarmante aumento en las cifras de crímenes contra la mujer y violencia de género.