Viajó a cumplir un sueño y murió siendo víctima de una red de trata de personas en Guatemala

Viajó a cumplir un sueño y murió siendo víctima de una red de trata de personas en Guatemala

Daniela Patiño tenía 22 años y viajó con el anhelo de poder obtener los recursos suficientes para pagar sus semestres de la universidad y sacar a sus padres adelante. El sueño terminó en una tragedia.
Foto: Cortesía familia Daniela Patiño

 

Cada noche, antes de dormir, Martha Hinestroza reproduce en su celular un audio con la voz de su hija. Luego se da la bendición y ruega a Dios para que en sus sueños la pueda volver a abrazar. Su hija, Daniela Patiño, fue víctima de una red de trata de personas en Guatemala.

Por: Aura Saavedra Álvarez / El Tiempo





“Yo, Daniela Patiño, soy una mujer que sueña con ganarse el premio nobel de literatura. Me gusta amar y vivir, sentir los árboles, la naturaleza y sentirse amada”, se escucha en la grabación que esta madre guarda como un tesoro.

Un audio es de las pocas cosas que la ayudan a aliviar el dolor que no la suelta desde septiembre de 2019. En ese entonces, Martha y su esposo, Elkin Patiño, dos paisas nacidos en el municipio de Bello, Antioquia, deseaban lo que muchos padres en Colombia: que su hija culminara sus estudios universitarios, en este caso, de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Minuto de Dios de Medellín.

Ayudar era el lema de su vida, su tierna sonrisa la llevaba a cada obra de caridad que realizaba. Su madre recuerda que su inteligencia, su belleza y su gusto por verse bien arreglada la hacían resaltar a donde fuera. “Era una niña entregada a su espiritualidad, a los ángeles y a Dios. Además, era polifacética, hacía de todo. Quería ser escritora, ‘youtuber’, actriz y periodista”, recuerda Martha.

Las horas de angustia a 2.140 km de distancia

Tomadas de la mano, como lo hacían en la infancia, Martha y Daniela caminaron por el centro de Medellín la tarde del jueves 15 de agosto, un día antes del viaje.

De almacén en almacén, escogieron cuidadosamente las prendas que la joven llevaría a su viaje, sin saber que ese sería el último momento que podrían vivir como mamá e hija. “Fue el día más maravilloso que pude vivir con ella porque estuvimos todo el día juntas”, recuerda Martha con la voz entrecortada.

“Cuando terminamos, yo me fui porque trabajaba como recepcionista en un hotel en las noches. Aunque estaba trasnochada, al día siguiente la ayudé a empacar su maleta con lo que habíamos comprado”, cuenta la madre.

El tiquete del viaje, que tenía fecha de ida pero no de regreso, jamás lo vieron sus papás.

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