Jesús Rafael González Pirela: En Amor por el odio

Jesús Rafael González Pirela: En Amor por el odio

A Erika De La Vega (La hermana del Zorro), vilmente atacada por la jauría de las redes 

En ese terreno poco dispuesto para los argumentos en que se han convertido las redes sociales, se está dando una discusión propia del momento de retroceso histórico que estamos viviendo, hay un amor extraño por figuras que han causado violación de derechos humanos y muerte. Nuevos amantes de Pinochet, Pérez Jiménez por un lado y seguidores de Fidel, Ernesto “Che” Guevara por el otro, se debaten a ver quién da más duro el golpe. Sin importar el argumento ideológico que sustenta cada uno, no dejo de mirar con asombro cómo se desdibujan las luchas de siglo XX por la democracia y los derechos humanos, por un deseo de satisfacción colectivo de venganza que se ha sembrado en el corazón de muchos venezolanos.

Cambalache del Siglo XXI: El mundo es y será una porquería yo lo se…





A pesar que el  siglo XX se caracterizó por el nacimiento de nuevas formas políticas que sacudieron la historia de la humanidad,  renovaron el acercamiento a la política y al poder, el nacionalsocialismo, socialismo, fascismo, militarismo y populismo, fueron y son peligros latentes en sociedades en crisis y con instituciones débiles, pero estas fuerzas encontraron un contrapeso en dos ideas fundamentales: democracia y derechos humanos, el resurgimiento de estas dos últimas sin duda fueron la conquista política más importante del siglo pasado, y en contra pelo de lo dicho por Gardel en su maravilloso tango-milonga  Cambalache, ya nada es igual a pesar de la porquería del momento siempre hay una esperanza.

El entendimiento  del poder como fuerza de imposición fue desplazado por la  conquista progresiva de los  derechos universalmente aceptados, se partió la historia de la humanidad en un antes y un después, pero el fantasma del odio sigue rondando el alma de quien no entiende razón y solo encuentra en la fuerza su argumento.  Justificar un cambio político con criterios de limpieza y depuración social, es  tan arcaico y sin sentido, como la propia imposición de un gobierno autoritario a  base de garrote y a las dos posturas hay que combatirlas, pues son un retroceso en el proceso evolutivo del pensamiento de la hombre; así como en la ciencia tenemos computadoras y medicamentos que transformaron la vida, en lo político la democracia moderna y los derechos humanos hoy deben ser nuestro referente.

El miedo como motor de cambio 

El mundo cambió después de la explosión de la bomba atómica, el ruido del primer momento se transformó en miedo y acción, por un lado, un grupo de países corrieron a preparar su solución mortal y por el otro, se aceleró la conciencia universal de la necesidad de ponerle límites a la maldad, construyendo un entramado universal de derechos que han generado un nuevo entendimiento del mundo. En esa construcción progresiva se generó un disrupción temporal de la historia, ante la posibilidad cierta de la extinción total y esto sin duda fue un gran paso en la historia del hombre. 

Hoy Venezuela está dando una lucha en el terreno poco fértil del miedo, pues efectivamente tenemos una realidad en la que se da con facilidad el odio, teniendo como nutrientes, pobreza, hambre y desesperanzas, una mezcla que ha llevado a muchas guerras y muertes a lo largo de la historia, escenario que parecía poco probable en nuestro país, hoy son una posibilidad y desde las gradas de las redes sociales aplauden sin ver el legado de muerte y destrucción que procesos similares han causado en el mundo. 

El miedo y la desesperación tocaron la cabeza de muchos revolucionarios que como  Mandela, Petkoff, Pompeyo y muchos más, pensaron que la vía violenta conseguiría el cambio social esperado y se toparon con el muro de contención que significó el respeto de los derechos humanos, el proceso reflexivo se dio por contraste, miedo y evolución,  no se debe combatir la opresión, con una mayor opresión.

Una oleada de estadistas de la segunda mitad del siglo XX entendió que era necesario romper con la linealidad del pensamiento violento y transformar el mundo desde lo individual a lo colectivo para no caer en los errores que sumaron millones de muertes en el mundo.   Venezuela no escapó de esa realidad con Betancourt a la cabeza repensaron su acción y asumieron que la transición comienza en su propio ser, pues no es posible construir la democracia pensado con criterios de dictadura. 

Hoy cuando el mundo habla de la violación sistemática de derechos humanos en Venezuela, y hay personas que sufren la opresión debemos pensar que no podemos estar dispuestos a repetir los errores, si bien la equivocación es una condición humana y la repetición del error también, debemos poner el énfasis en el aprendizaje y trabajar en la reconstrucción de un verdadero contrapoder que le ponga freno a nuestro instinto autodestructivo. 

Sé que para muchos sonorá estúpido, romántico, utópico o loco, pero solo es posible cambiar el odio por amor; no digo que sea fácil y tampoco creo que exista una formula, pero el miedo a nuestra autodestrucción como sociedad, debe impulsar la transformación de nuestra conciencia, para presionar la acción política concreta por amor a nuestra propia vida y eso sólo será posible con un proceso de negociación.