Cada vez que Romina Soltak (42) termina sus tareas laborales, regresa a casa, se ocupa de los hijos y empieza a buscar: “Es un segundo trabajo“, le dice a RT esta argentina, quien hace más de 21 años inició una investigación activa para saber quiénes son sus padres biológicos, aunque por ahora hay más preguntas que respuestas. Su única certeza es que al nacer fue vendida a dos apropiadores por una red que se dedicaba al comercio de bebés. A pesar de los años en que transcurre su historia, se cree que el entramado no estaba ligado al terrorismo de Estado de la última dictadura militar.
Según los papeles, ella habría nacido el 9 de agosto de 1978, pero en realidad desconoce cuál fue el día exacto: “No sé cuándo es mi cumpleaños, es una cagada”, bromea. Por las dudas, recibe regalos entre los días cercanos, a partir del 5. Inicialmente, los cuestionamientos de Romina sobre su origen aparecieron desde muy pequeña. A los tres, le llamó la atención que sus familiares, amantes de la óptica y las fotografías, no tuvieran ni una sola imagen del embarazo de su mamá. “Había algo que no cerraba”, repasa. Y, a los cuatro, sus papás de crianza se vieron obligados a decirle que había sido adoptada: “Era el relato típico de ‘hija del corazón‘”.
Cuando entró en la adolescencia, sospechaba que podría ser hija de desaparecidos, y que habría sido robada por los uniformados durante el Gobierno de facto (1976-1983). Es que, entre los delitos cometidos por las Fuerzas Armadas, se destacó la apropiación de bebés de presos políticos, o secuestrados. Igualmente, Soltak descartó esa posibilidad cuando se hizo estudios de ADN con las Abuelas de Plaza de Mayo y el Banco Nacional de Datos Genéticos, que dieron negativo. En medio de la desazón, lo bueno es que ya sabía por dónde no seguir buscando. Había que volver a empezar.
“Pidió un bebé de ascendencia judía”
Entre tanta insistencia, su papá de crianza empezó a hablar, y le confesó que había sido comprada, como si fuese un objeto: “Finalmente dijo que pagó 3.000 dólares por mí”, relata. Y esa no fue la única revelación llamativa que hizo este hombre: “También pidió exclusivamente un bebé de ascendencia judía, de tez blanca“. De hecho, Romina siempre hizo una vida en el marco de aquella colectividad, yendo a clubes y escuelas que siguen esa cultura. Hoy, se siente judía, incluso vive en la ciudad de Ashkelon (Israel), pero tampoco está muy segura de haber nacido bajo esa condición.