Hemos estado escribiendo y profundizando sobre nuestra mas reciente obra: “La Guerra por la Paz”, que como indicáramos, después de casi 20 años intentando terminarla para ser publicada, terminamos desarrollándola en tres tomos, que por su coherencia increíble, los denominamos con criterios que parecieran divergentes, por no decir, muy divergentes; pero que, al introducirlos en una tesis elogiosamente consistente, que desarrollamos: “Una Educación Especial para la Guerra y para la Paz en Venezuela”, tuvimos que volcar todo el cúmulo doctrinario, que nos sirvió profundamente durante los 66 años que tenemos ejerciendo la profesión militar. Hace 32 años en la actividad, donde alcanzamos todos los grados jerárquicos, académicos, de comando y administrativos que puede un militar venezolano desarrollar; en mayor profundidad, los del alto mando dentro del ministerio de la Defensa y de la Guardia Nacional; pero con mayor devoción y agrado, los de la docencia en todos sus niveles, que aún mantenemos en cátedras universitarias.
Y cuando hablamos de volcar nuestro cúmulo doctrinario, queremos decir, que hemos tenido que cambiar criterios que antes parecían irreversibles y estáticos. Muchos de ellos, que conforman aún las denominaciones terminológicas en materia militar, de seguridad, defensa y orden público. Esto surgió, desde nuestro planteamiento hipotético de que: “Queremos demostrar, que en Venezuela existe la necesidad de un proceso educativo en la sociedad, que ilustre y prepare a los ciudadanos habitantes del territorio nacional, para evitar o confrontar los conflictos sociales generados por actos de beligerancia de origen externo o interior, o productos de catástrofes naturales, que pudieran transformarse en graves alteraciones del orden público o en guerra; que obviamente, amenazarían o alterarían la paz nacional.”
Hipótesis que surge, cuando quisimos comprobar la necesidad de educar a la ciudadanía, para enfrentar situaciones de desestabilización de la paz nacional, de generarse situaciones sociales o de catástrofes naturales como los planteados. Todo en atención a la corresponsabilidad constitucional que tienen todos los ciudadanos con el Estado, en el mantenimiento y defensa de su seguridad, para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia, igualdad, paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental; donde además, hace la afirmación de los derechos humanos, así como la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de los venezolanos, sobre las bases de un desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad nacional, aceptando el precepto constitucional, que establece el ejercicio de la corresponsabilidad del Estado y los ciudadanos sobre los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar.
Pero lo importante, es discernir sobre dos elementos fundamentales que se encuentran en los principios planteados en la corresponsabilidad: la paz y la justicia, que a nuestro entender, son definitorios para responder la hipótesis. Entenderlo es fácil, la paz es el estatus deseado, pero sin justicia no habrá paz. De allí, nuestra propuesta para la educación ciudadana por lograr la paz. ¿Por qué?, porque en Venezuela existe educación para la guerra, que es el meollo de la educación militar. Y toda la educación ciudadana para la seguridad y el orden público, se militariza. De allí surge la educación premilitar, que es el fundamento de la tesis. No debe ser educación ni pre ni militar, sino educación ciudadana para la paz.
Más grave aún, en la emergencia del gobierno de usurpación, muchos venezolanos ignorantes, o formados en esta educación militarista, solicitan o aúpan la solicitud de intervención militar (erróneo 187.11), que no es otra cosa, que pedir hacer la guerra contra los venezolanos de paz que vivimos en Venezuela, para sacar al “usurpador”. Olvidan, que los militares venezolanos, son educados para hacer la guerra y ante una acción militar externa, tienen que actuar contra el invasor, ya que de no hacerlo, sería traidor a la patria.
Queremos concluir, trayendo a colación la idea de “Educación para la Paz”, que es la nominación del primer tomo de la obra que hemos mencionado, tomado de la Programación para la Paz del Continente de la OEA, cuyo objetivo y fin no pueden ser más evidentes: “Reformar los sistemas educativos para transformar la escuela en un lugar para la disuasión de la violencia y promoción de la justicia y la paz”