A los millones de venezolanos que desde hace años emprendieron un camino hacia el exilio, se suma otro fenómeno: el de los que ahora tienen que regresar porque el mundo al que fueron a buscar ayuda se llenó de peste y miseria. Buscaron fortuna en Colombia, luego en Perú, en Ecuador. Pero la pandemia hizo pedazos el horizonte. A muchos los arrojó a una vida de limosnas. Y así como llegaron, con un bolso y a pie, desandaron el camino de regreso al lugar del que se habían despedido: Venezuela.
Por: Alejandra Pataro, Ludmila Vinogradoff – Clarín
Les dicen los “caminantes”. Para ellos no parece haber un lugar en el mundo. Están los que se van huyendo de su país. Y los que regresan escapando de los estragos del virus. Unos y otros se juntan en el mismo lugar: el Puente Internacional Simón Bolívar en la frontera entre Venezuela y Colombia.
Un informe que Médicos Sin Fronteras compartió con Clarín relata el caso de estos migrantes que recorren miles de kilómetros en las mismas bicis con las que hacían trabajos de delivery en Bogotá o Lima para volver a casa. Con menos suerte, otros tienen que regresar a pie. Caminan días, semanas, meses por senderos donde lo mejor y lo peor de la humanidad puede estar a la vuelta de la esquina.
Llegan al puente Simón Bolívar que une la ciudad de Cúcuta en Colombia con el estado de Táchira, en Venezuela; ese mismo puente que los había conducido a la esperanza. Y ahora los devuelve al confinamiento que la pandemia obliga; una cuarentena que el régimen de Nicolás Maduro impone a los que entran.
Todos terminan en los PASI, o Punto de Asistencia Social Integral, previa prueba de detección de Covid.
Testimonios
Douglas Pérez recorrió 3.800 km en bicicleta y con la única compañía de un perrito. Atravesó tres países para regresar a Venezuela desde Perú después de perder su trabajo por la pandemia. Había llegado hasta Ecuador, donde lo asaltaron. Un día comía pan. Un día comía un caramelo. Un día lo asistía una mano amiga. Se fue a Lima. Y de ahí siguió para el norte. Ya no paró.
En Venezuela, pasó 22 días en uno de los PASI, en Táchira. Su objetivo era continuar su viaje de regreso al estado de Carabobo. Y lo logró. Cuando llegó a su casa en la misma bicicleta de su aventura se fundió en un abrazo con su mamá anciana. Lo recibieron como a un héroe.
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