Sonrisas cómplices y una presunta riña entre malos actores protagonizaron el tercer debate televisivo entre el chavismo y supuestos “opositores”, efectuado este jueves 26 de noviembre, el cual se concentró nuevamente en atacar a la figura del presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, e implorar la flexibilización del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre la cúpula del Palacio de Miraflores.
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El debate contó con la participación de Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro; Iris Varela “la comandanta fosforito”; el pastor evangélico Javier Bertucci; y Bernabé Gutiérrez, el “alacrán” que hurtó los símbolos de Acción Democrática (AD) para prestarse al show electoral chavista.
Varela, acostumbrada a exhibir sus pocas habilidades para el diálogo cordial, llamó a “exhortar al Poder Judicial que libre órdenes de captura contra todos los traidores a la patria, los que han pedido sanciones y una intervención extranjera”.
Asimismo, la exministra en materia penitenciaria sostuvo su ataque a la administración de Guaidó y pidió la “confiscación de los bienes de todos los que se han corrompido en la función pública”.
En cuanto a “Cilita, la bonita”, esta mantuvo la misma retórica prefabrica de Varela y todo el chavismo, haciendo énfasis en las sanciones económicas impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac, por sus siglas en inglés), en las que encuentra especialmente incluida.
“Una vez que podamos combatir las sanciones y rescatemos las divisas que nos han ahuyentado, tendremos garantías para los salarios”, comentó Flores, quien rechaza las medidas de Trump pero espera la llegada de más billetes verdes.
“Nadie puede decidir por los venezolanos”, fue una de las tantas afirmaciones de Flores, secundada fielmente por los supuestos “opositores” con quienes debatía.
Gutiérrez, quien ha disfrutado de viajes en aviones privados durante su desnutrida campaña, afirmó sin tapujos que “debemos respetar los resultados del 6 de diciembre”. Contradictoriamente el exdirigente de AD que confía en la transparencia del Consejo Nacional Electoral írrito, dijo que “sabemos es que hay actos de corrupción en el gobierno”.
Incluso Gutiérrez se atrevió a invocar la memoria de Rómulo Gallegos para asegurar que su séquito de alacranes mejoraría la crisis del país desde el Parlamento.
Por su parte, el pastor Bertucci, quien ha participado en cada elección fraudulenta convocada por Maduro, también achacó buena parte de la debacle económica a las sanciones norteamericanas, pero se quejó de los bajos salarios en Venezuela.
“Volvieron leña el salario de los trabajadores”, exclamó tras pedirle a Maduro que intente sobrevivir con un dólar al mes “para ver qué hace”.
Como era de esperar durante otro complaciente debate televisivo, los participantes se abstuvieron de declarar sobre el reciente asesinato en el estado Trujillo de Waldo Santeliz, candidato de Primero Venezuela a la Asamblea Nacional.
El propio partido de Santeliz, a través de la figura de José Brito, señaló a un exalcalde chavista como el presunto “autor intelectual” del crimen.