¿Por qué el succionador de clítoris no es el paraíso que nos venden?

¿Por qué el succionador de clítoris no es el paraíso que nos venden?

ILUSTRACIÓN POR @LENNY_MAYA.

 

Acabo fácil y no me da vergüenza. Reformulo: con la estimulación adecuada, suelo llegar al orgasmo. Desde chica tengo una relación bastante amable con mi propio placer y me gusta buscar nuevas formas de despertarlo. En los últimos meses el algoritmo me spameaba con el succionador de clítoris y yo, tras la promesa de una estimulación distinta a todo, sucumbí.

Por Vice en español / Natalie Dzigciot

Dije que acabo fácil, pero nunca había squirteado. La primera vez que lo usé mojé las sábanas en menos de cinco minutos. Quería salir a gritar por el balcón, pero me calmé y lo dejé enchufado para que no se quedara nunca sin batería.

El problema vino cuando empecé a usarlo seguido: las sensaciones eran menos amables, más punzantes, y si me estimulaba sin el aparato a veces me dolía y otras sentía poco. No soy la única con esa experiencia. Otras mujeres me contaron que después de probarlo les costaba tocarse sin encenderlo o que lo usaban para relajarse y quedarse dormidas.

¿Estábamos usando el succionador como un chupete para la concha? ¿Podía ser que sexólogas, influencers y portavoces de la liberación feminista recomendaran algo que a la larga perjudica el propio placer?

Decidí indagar. Según Pamela de Girolamo, estos vibradores, al sobreestimularnos, terminan por alterar la sensibilidad. Pamela es facilitadora de sexualidad consciente y prácticas de tantra y me contó que ese pinchazo que yo sentía al usarlo era un orgasmo contractivo. ¿Un qué? Un orgasmo de pico y descarga, en el que acumulamos tensión que necesitamos liberar rápidamente. El tipo de orgasmo que vemos representado en las películas y que estamos acostumbradxs a replicar en nuestras prácticas sexuales.

Desde su proyecto Conexión Matriz, ella propone una mirada mucho más profunda de la sexualidad, basada en explorarnos y experimentar las distintas sensaciones de todo el cuerpo. “Aparatos como el succionador tienen un objetivo puntual, que es que tengas un orgasmo. El tantra, en cambio, busca un estado de placer expansivo. Cuando salimos de esa sexualidad genital, que es muy superficial, empiezan a pasar un montón de cosas”, me dijo.

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