El Mundial de España 1982 marcó la carrera de Paolo Rossi. Fallecido en la madrugada del jueves 10 de diciembre, el nombre de su autobiografía dice “Hice llorar a Brasil” y ese título resume a la perfección el partido que definió la trayectoria de la leyenda italiana y que encaminó a los Azzurri hacia su tercera conquista mundial.
En la segunda ronda del Grupo C el partido decisivo se disputaba entre Italia y Brasil en el Estadio Sarria de Barcelona; un partido en el que nadie daba la oportunidad de ganar a los europeos. Bendecidos con la fantasía de jugadores como Zico, Sócrates, Eder, Falcao y Cerezo, la Seleção aplastaba a todos los rivales que se encontraban en su camino, mientras que Italia no había brillado en sus primeros partidos antes de raspar una victoria (2-1) sobre Argentina en el partido inaugural de la segunda fase.
Sin duda alguna, el “flop” en la Selección italiana antes del choque con Brasil había sido Rossi. El jugador de 25 años había llegado a la fase final después de terminar de completar una suspensión de dos años por estar implicado en el llamado escándalo de apuestas Totonero; delito que siempre negó haber cometido.
En los partidos iniciales, el ritmo y el toque de Rossi eran muy escasos. Se convirtió en el blanco de las más duras críticas en los medios de comunicación italianos, que afirmaron que no debería haber viajado a España. Sin embargo, el entrenador Enzo Bearzot, encandilado con el delantero, tomó la decisión de llevarlo y resultó ser decisiva. “El hecho de que Bearzot confiase en mí fue fundamental”, señalaba Rossi a la FIFA.
En sólo cinco minutos de juego ante Brasil, Rossi dio la razón a su mentor tras cabecear un perfecto centro de Antonio Cabrini que acabaría en el fondo de la red. Para muchos este fue o ha sido uno de los partidos más recordados de la historia de las Copas del Mundo.
El partido lo tenía todo. Hubo momentos de magia que llegaron de la mano de jugadores como Falcao y Bruno Conti. Pero también hubo polémica con un gol anulado a Giancarlo Antognoni y algún que otro marcaje más de dudoso de Claudio Gentile sobre Zico. Pero sobre todo había una persona de 40 años de edad que defendía el arco transalpino poniendo algo más de mágia al juego haciendo atajadas imposibles: Dino Zoff.
Brasil empató por dos veces a través de Sócrates y Falcao, pero Rossi a su vez golpeó por duplicado para completar un increíble triplete y una victoria por 3-2. En el primer gol se aprovechó de un error de Cerezo para batir a Waldir Peres. Después, a falta de 16 minutos para el final, instintivamente volvió a aprovecharse de un nuevo error para poner en jaque a la todopoderosa Brasil.
Toda la nación brasileña estaba conmocionada. El entrenador Tele Santana fue recibido con una lluvia de fruta podrida en su regreso al país, mientras que Zico describió la derrota como el “día en el que murió el fútbol”.
Italia estaba en las semifinales y Rossi se había vuelto a despertar. Marcó los dos goles con los que los Azzurri ganaron ante Polonia por 2-0 en el Camp Nou y fue de nuevo decisivo en la final contra Alemania Occidental. Él fue quien abrió el resultado ante los alemanes para que su equipo terminase ganando el Mundial por 3-1. Italia se proclamó campeona del mundo gracias a los goles de Rossi.
Con seis goles, Rossi ganó la Bota de Oro del torneo y también fue galardonado con el Balón de Oro por la FIFA como el mejor jugador. Al hacerlo se convirtió en uno de los tres jugadores – junto con los brasileños Pelé y Ronaldo – en ganar un Balón de Oro de la Copa Mundial y Balón de Plata. Su lugar en la historia de la Copa del Mundo, así como en las peores pesadillas de todos los brasileños, está asegurado.