Un policía levanta la mano y saluda. Otros detrás de él hacen el mismo gesto mientras le siguen el paso. El señor Mauro se ríe una vez más. Se le nota a través de su tapaboca amarillo y sus ojos aguarapados que la seña es para él. Se ha ganado el cariño de todo el que frecuenta esa acera conjunta a la entrada principal del centro comercial Sambil, donde oferta sus más valiosas piezas artísticas: unos juguetes de madera.
Raylí Luján / La Patilla
Mauro Carangella es un italiano que el 4 de enero cumplirá 86 años, de los que 64 los lleva en Venezuela. Desde que llegó en 1956 se desempeñó como albañil y aunque aún conserva algunas de estas habilidades, prefiere invertirlas en un mejor pasatiempo, como lo es la fabricación de pequeños modelos de transporte para el disfrute de niños, o ¿por qué no?, coleccionistas.
Desde hace dos años empezó con lo que considera una distracción y desde hace uno decidió comercializarla en este sector de Chacao, en el este de Caracas. Carangella es tímido, se toca ambas manos mientras conversa sobre sus diseños y baja un poco la mirada. Eso sí, cuando habla de los precios alza la voz para decir que nadie está obligado a comprarle y que los montos le siguen pareciendo justos.
Entre 10 y 30 dólares oscilan los precios de estos juguetes que pueden variar entre una motocicleta tipo Vespa, un helicóptero, un velero, vehículos antiguos y una avioneta con la bandera de Venezuela en sus alas. ¿Por qué esta bandera específicamente? Porque es el país en el que está, señala, y del que no está dispuesto a despegarse.
“Como Venezuela no hay país (…) ustedes no saben lo qué tienen”, lo sentencia con orgullo y sin un rastro de arrepentimiento de haberlo escogido como país destino aquel día que le tocó emigrar de Italia. En Venezuela hizo su nueva vida, junto a una paisana, con la que tuvo varios hijos, una de ellos en España.
Mauro se viralizó recientemente en las redes sociales por las fotografías que compartió una usuaria sobre la venta de sus juguetes de madera. Muchas personas se compadecieron por su edad avanzada, pero la verdad es que él se siente más fuerte con esta nueva labor que desempeña, que es apoyada por sus hijos y lo alejan del sedentarismo en el hogar.