Para la abogada Yonarqui Martínez solo hay una razón para que el joven Kevin Monzón haya sido detenido otra vez por la Policía de Nicaragua: “Es un tiktoker que protesta contra el régimen”, dice. Un dolor de muela para el gobierno y sus simpatizantes. Monzón, de 20 años, fue liberado este martes después de ser apresado el pasado 16 de diciembre. Se le mantuvo durante siete días en las celdas de la Estación Cinco de la Policía de Mangua sin cargo oficial alguno en su contra.
Por infobae.com
Se define a sí mismo como “activista digital y resistencia” y ha tomado notoriedad en Nicaragua por los videos que difunde, principalmente a través de la red social Tik Tok, a veces irreverente, a veces reflexivo, pero siempre contra Daniel Ortega, Rosario Murillo y los simpatizantes de su régimen, a los que despectivamente llama “sapos”.
Identificado como @chulitonicaragua1, el joven alcanza los 38.500 seguidores en su cuenta de Tik Tok.
Hasta abril de 2018, cuando se inició la mayor rebelión ciudadana que Nicaragua haya conocido, Kevin Monzón era un miembro de la Juventud Sandinista, la organización juvenil que apoya al régimen de los Ortega Murillo, y se ganaba la vida como vendedor en una tienda del mercado Oriental de Managua. Como muchos jóvenes sandinistas fue llamado a combatir la rebelión, pero Monzón hizo todo lo contrario: apoyó las protestas y desde entonces ha sido una voz incómoda para el gobierno de Ortega.
El pasado 18 de noviembre, el juez Sexto Local Penal lo declaró “no culpable” de los cargos que se le imputaban y quedó en libertad. “Por fin pude agarrar un poco de aire después de cuatro meses que me obligaron a permanecer en mi casa y firmando cada jueves,” celebró el joven en Twitter.
Los videos del tiktoker nicaragüense siguieron azotando a la dictadura. Se burla de la pareja presidencial y de sus seguidores”, sin temor a las represalias. “Mis videos en realidad han sido duros en contra de los sapos (sandinistas)”, dijo Monzón al diario La Prensa en uno de sus días en libertad.
Kevin Monzón no pertenece a ninguna organización opositora y, al contrario, con frecuencia las fustiga. “De qué sirven esos bandos si dejan al pueblo al sol y la viento”, ha dicho. Sin embargo, estos últimos días se integró por iniciativa propia a la campaña “Navidad sin presos políticos” que promovieron distintas organizaciones.
“Esta tercera detención se dio el 16 de diciembre, en las inmediaciones del Centro Comercial Managua, cuando fue interceptado por detectives del Distrito Cinco. Como no regresó ese día, sus familiares comenzaron a buscarlo y no sabían dónde estaba hasta que él logro enviar una carta diciendo que estaba detenido dentro del Distrito Cinco”, explica Martínez.
Una vez libre, Monzón explicó que fue golpeado por los agentes de policía al momento de su detención.
La abogada interpuso un recurso de exhibición personal a las 48 horas de la detención, que es el plazo que la ley nicaragüense estipula para que la Policía presente al detenido ante el juez o lo libere si no tiene cargos en su contra. “Kevin estaba en detención ilegal porque hay un mandamiento del Tribunal de Apelaciones que da trámite al recurso que interpuse, pero la Policía no hace caso al mandato judicial y decidió mantenerlo detenido”.
“Si hubiese cargos contra él lo hubieran procesado de nuevo, pero a su familia lo único que le explicaban es que estaba preso por terrorista, vandálico, golpista, azul y blanco, y todos esos nombres con que el régimen llama a los opositores”, señala la abogada.
La tarde de este martes la Policía decidió liberarlo sin dar explicaciones de por qué estuvo detenido.
Monzón quiere ser periodista. Por la pobreza, estudió hasta primer año de secundaria. Por opositor perdió el trabajo que tenía en el mercado Oriental. Vive asediado. Para evitar que participe en actividades de protesta, la Policía coloca patrullas en su casa, con las sirenas encendidas, pero él las burla saliendo escondido y durmiendo fuera de su casa. Frecuentemente recibe amenazas de muerte, a través de las redes sociales y de parte de vecinos afines al régimen de Ortega.
“Cuando salgo me comienzan a ofender algunos sapos de mi barrio. Me han dicho que me van a quemar la casa, pero yo aquí los espero”, relató a La Prensa. “Si el precio de la libertad es mi vida, yo lo voy a pagar”.