Las unidades de cuidado intensivo de los principales hospitales de Perú están o se acercan al colapso tras las fiestas de fin de año, reflejando preocupaciones más amplias sobre la capacidad de la salud pública regional en momentos en que Latinoamérica lucha por abastecerse de vacunas contra el COVID-19 de forma adecuada.
Si bien el número de contagios se encuentra por debajo del pico alcanzado el año pasado, la escasez de recursos, trabajadores de la salud agotados y un reciente repunte de casos graves está golpeando a sistemas de salud ya de por sí en dificultades desde Chile a México, dicen funcionarios.
En Bolivia, largas filas de pacientes que buscan que se les realice una prueba de COVID-19 se extienden a lo largo de la calle de un complejo hospitalario en La Paz, sede del Gobierno del país andino, generando temores de más contagios en medio del caos.
“¿Cómo no va a haber un contagio masivo si todos estamos aglomerados, nadie sabe si tiene o no el COVID?”, dijo Rocío González, mientras esperaba recibir atención médica.
Los contagios se han disparado en Bolivia en las últimas dos semanas, con un promedio de 1.153 casos diarios, cerca del 68% del pico registrado en el país en julio, según un análisis de Reuters de datos oficiales. La Paz y Santa Cruz, dos de las ciudades más grandes del país, han sido las más castigadas.
Oscar Romero, director del Hospital de Clínicas en La Paz, dijo que la diferencia es que esta vez más pacientes necesitan de cuidados intensivos, describiendo a la segunda ola como “mucho más grave”.
En el vecino Perú, hospitales en la capital Lima y en la ciudad cercana de Callao, que juntas atienden una población de 10 millones de personas, al inicio de la semana solo tenían 16 camas de terapia intensiva con ventiladores disponibles, según un reporte de la oficina de la Defensoría del Pueblo peruana.
“Estamos viendo un comportamiento que lamentablemente en las últimas semanas nos está pasando esta factura”, dijo a periodistas Fernando Padilla, un director regional de salud en el norte de Perú, que explicó que los peruanos se habían dejado de tomar medidas apropiadas para evitar contagios.
El número de casos diarios en Perú permanece a solo 20% de su pico de agosto, pero autoridades dicen que más personas han sido hospitalizadas porque muchos esperan hasta la presencia de síntomas severos para realizarse testeos.
PROBLEMAS PARA CONSEGUIR VACUNAS
En Chile los casos positivos también han incrementado durante el período de fin de año, llegando al 26% del pico registrado en junio.
Autoridades chilenas señalan que una segunda ola de contagios aún no ha llegado a la mayor parte del país. Pero un creciente números de casos en algunas regiones, incluyendo la zona minera de Antofagasta, ha obligado a trasladar a pacientes a la capital Santiago, donde hay más camas de hospital disponibles.
En la capital colombiana Bogotá, donde tres barrios ingresaron el martes en una cuarentena de 14 días para disminuir los casos de contagio, la tasa de ocupación de camas de terapia intensiva para pacientes de COVID-19 era de 79,6%, según cifras oficiales.
En Ciudad de México, el 85% de las camas de hospital generales y de camas con respiradores mecánicos están ocupadas.
En la selva Amazónica brasileña, contenedores refrigerados han sido instalados nuevamente fuera de los principales hospitales para albergar cuerpos en la ciudad de Manaos, donde los cementerios fueron saturados en su pico de la pandemia en abril.
El caos ha regresado al colapsado sistema de salud de Manaos. Las camas de terapia intensiva de hospitales privados estaban ocupadas en un 100% esta semana, incrementando la presión sobre los hospitales públicos cuyas unidades intensivas capaces de atender a pacientes de COVID-19 estaban completas el lunes en un 92%.
La lucha por camas de hospital se produce en una región donde muchos países se han asegurado provisiones de vacunas de manera lenta.
Bolivia y Perú se encuentran muy por detrás de otros países vecinos más ricos, y solo recientemente han firmado contratos para obtener vacunas. Ninguna de las dos naciones han comenzado a vacunar a sus habitantes.
Por su parte, Chile fue el primer país de la región en iniciar su programa de vacunación y dice que aspira haber inoculado al 80% de su población para mediados de año.
No obstante, las dificultades de obtener vacunas no son un problema que afecta solo a los países más pobres del continente. La potencia regional Brasil, el segundo país del mundo con más muertes por la pandemia, aún no ha aprobado ninguna vacuna contra el coronavirus.
Reuters