Actos públicos, reuniones y una exposición casi constante. La rutina habitual de la política, de por sí, no comulga con los protocolos adoptados para prevenir los contagios de coronavirus.
FRANCESCO MANETTO // EL PAÍS
La pandemia ha golpeado en el último año a varios presidentes, ministros, altos cargos y líderes de partido que se recuperaron en cuestión de semanas de la covid-19. El contagio probablemente más teatral fue el del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, que superó la enfermedad en plena campaña electoral. El primer ministro británico, Boris Johnson, dio positivo el pasado mes de marzo, semanas después de que el virus se convirtiera en una alerta mundial. El mandatario, brasileño, Jair Bolsonaro, se contagió en julio. Uno de los casos más recientes en Europa fue, en diciembre, el del francés Emmanuel Macron, quien permaneció unos días aislado en el palacete de La Lanterne y salió del confinamiento en Navidad.
Este domingo, Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que está infectado y que padece síntomas leves. Antes que al presidente de México, quien se encuentra en tratamiento médico, le ocurrió a un gran número de políticos. Trump dio positivo cuando apenas faltaba un mes para las elecciones del pasado 3 de noviembre. El caso del exgobernante estadounidense es también uno de los más emblemáticos por el momento en que ocurrió y porque él mismo trató de explotarlo electoralmente. Los multitudinarios actos de su campaña se habían caracterizado por la relajación de los protocolos y un sector de sus simpatizantes se ha declarado abiertamente negacionista. Trump, que pasó tres días ingresado, salió de la clínica con un mensaje triunfal, comparando la covid-19 con la gripe y exhortando a sus bases: “¡No dejes que domine tu vida!”.
A finales de marzo fue el británico Boris Johnson quien, tras semanas de retrasos en la aplicación de medidas de prevención, contrajo coronavirus. El Gobierno de Reino Unido sí adoptó desde entonces varias restricciones y confinamientos. Las autoridades locales aseguran ahora que la nueva cepa conocida como la variante británica de la enfermedad es 30% más mortal en los pacientes mayores de 60 años.
Jair Bolsonaro representa la posición más extrema. El presidente brasileño dio positivo en al menos tres pruebas el pasado verano. Fiel a postulados ideológicos de ultraderecha, Bolsonaro no solo entendió la lucha contra el virus como una simple dicotomía entre prioridades sanitarias y económicas, sino que defendió en repetidas ocasiones el uso de medicamentos sin eficacia probada como la hidroxicloroquina y menospreció de forma constante los riegos de la pandemia. Es más, según una investigación publicada este fin de semana por EL PAÍS, lideró una “estrategia institucional de propagación del virus”. En Brasil se han registrado más de 200.000 muertes.
El comportamiento de Bolsonaro solo es comparable en la región con el del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, de quien por falta de transparencia apenas se sabe nada. Otros dos presidentes centroamericanos, en cambio, sí se infectaron y superaron la covid-19. El hondureño Juan Orlando Hernández permaneció más de dos semanas hospitalizado. El guatemalteco Alejandro Giammattei también dio positivo el pasado septiembre. Jeanine Áñez se infectó en julio, cuando era presidenta interina de Bolivia. Evo Morales, expresidente de ese país, se contagió hace dos semanas y fue dado de alta este domingo.
En Colombia pasó la enfermedad la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, y el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, se encuentra desde hace días en tratamiento intensivo. En Venezuela se contagiaron varios dirigentes del entorno de Nicolás Maduro. Entre ellos, Diosdado Cabello, considerado como el número dos del chavismo, el exministro Jorge Rodríguez, hoy presidente de la Asamblea Nacional, o Tareck El Aissami, ministro de Petróleo. Otras figuras públicas que estuvieron infectadas fueron el presidente de Bielorrusia, Aleksander Lukashenko, quien pasó de negar la pandemia a afirmar que es un castigo divino después de confesar que él también contrajo la enfermedad; y también afrontó el virus, al principio de la primera ola de propagación, el príncipe Alberto de Mónaco.