Cultura y revolución en Cuba, una relación a veces difícil

Cultura y revolución en Cuba, una relación a veces difícil

Plantón de artistas frente al ministerio de Cultura en Cuba / AFP

 

Dos meses después de la inédita manifestación en La Habana de más de 300 artistas cubanos frente al ministerio de Cultura para pedir libertad de expresión, el diálogo ha quedado paralizado, en una larga cadena de desencuentros entre la cultura y la revolución socialista.

Ni las urgencias por un rebrote de covid-19 y por una profunda reforma económica en el país han logrado ahogar el histórico reclamo de artistas por libertad creativa del 27 de noviembre pasado, que ahora se expresa a través de las redes sociales, en un país donde la llegada del internet móvil hace dos años ha dado un vuelco a la vida cotidiana de la gente.

El novelista y poeta Alexis Díaz Pimienta resumió la situación así:

“Cuando se pierde/la capacidad de diálogo/lo más curioso/es que cada una de las partes/cree que la otra es la que la ha perdido./Y entonces nace/un nuevo modelo de incomunicación:/el monólogo sordo bidireccional”.

Todo se desencadenó el 27 de noviembre pasado cuando 300 artistas se plantaron cerca de 15 horas de manera pacífica frente al ministerio de Cultura, una movilización inédita en la historia reciente de la isla.

 

– “La Cuba que muchos hemos soñado” –

Pero las autoridades, que enfrentan el endurecimiento del bloqueo de Estados Unidos y la presión de los anticastristas de Miami, dijeron que todo era parte de un “golpe blando” y respondieron lanzando fuego hacia todas partes.

“Se nos echaron encima con todo, provocaciones, desde actitudes mercenarias conectadas con huelgas falsas de supuestos artistas”, dijo el presidente, Miguel Díaz-Canel, al cierre de año.

En ese ambiente “se repite también el acto de repudio y el llamar ‘mercenario’ a todo el que piense diferente”, dice a la AFP María Isabel Alonso, experta en cultura cubana del St.Joseph’s College de Nueva York.

También se vuelven comunes “los arrestos domiciliarios como variación de las detenciones”.

La del 27N “fue una manifestación política, pero manifestada como acto poético, sin violencia, con canciones, poemas, sensibilidad de pensamiento”, dice Fernando Pérez, considerado el mejor cineasta cubano vivo y quien hizo de mediador entre manifestantes y autoridades.

“Esos jóvenes prefiguraron la Cuba que muchos cubanos hemos soñado y aún soñamos”, indica este septuagenario cineasta, pero “no soy iluso: las mentalidades no cambian de un día para otro y confirmé nuevamente que el camino será largo”.

Fue un grupo heterogéneo con diversos reclamos en el que primaba “la libertad de expresión para espacios independientes”, agrega.

 

– Revolucionario y heterosexual –

Desde que Fidel Castro definió la política cultural de su revolución en junio de 1961 en el discurso “Palabras a los Intelectuales”, los desencuentros entre artistas y autoridades no han faltado.

“Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”, fue la orientación que dio Castro a los artistas, aunque dio pie a diferentes interpretaciones.

La historia de desavenencias comenzó en la década de 1960, pero alcanzó mayor fuerza entre 1971 y 1976, en el denominado “Quinquenio gris”, recordado por muchos como un periodo negro y prolongado.

Esta política adoptada bajo influencia del realismo socialista soviético generó purgas entre artistas e intelectuales que no cumplían los “parámetros”, aprobados en un congreso en 1971, de ser revolucionario y heterosexual.

Otros artistas fueron “castigados” por “problemas ideológicos” y enviados a trabajar a la agricultura o la construcción.

Escritores paradigmáticos como José Lezama Lima y Virgilio Piñera fueron reducidos al ostracismo y sus obras retiradas por años de librerías y teatros.

Al menos otros 23 poetas no pudieron publicar un libro en ese quinquenio, según el ensayista Arturo Arango.

 

– “La paradoja” –

Para María Isabel Alfonso existe “una paradoja” que es un factor común en todos estos procesos, pues “de la misma forma que se potencia el arte y la cultura, grupos de poder, institucional, cultural -no solamente político- los dinamitan, al dictaminar lo que debe ser el arte dentro de la revolución”.

Pero el 27N marcó diferencias no sólo por el largo plantón frente al Ministerio de Cultura, sino porque fue una convocatoria espontánea en redes sociales que desconcertó a algunas autoridades.

“Los jóvenes han encontrado en las redes un medio para expresarse libremente y frente a esa dinámica fluida, vivaz y con el viento a favor, los estáticos medios de comunicación nacionales están, para no decirlo de una manera derrotista, en franca desventaja”, dice Pérez.

Pero “también es nueva la pujanza” de artistas e intelectuales para pedir “legitimidad en la creación independiente y el cese del avasallamiento policial y el respeto a sus derechos”, añade Alfonso.

Las autoridades “deben también darse cuenta de que deben reformatear el disco de códigos y contenidos. Deben dejar de penalizar al que piensa diferente y abrir espacio al diálogo”, concluyó.

AFP

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