A pesar de que en Venezuela no existe la pena de muerte, la población penitenciaria vive cada día como si fuera el último. No tienen comida ni servicios básicos, además de ser constantemente acechados por la violencia, es por esta razón que se sienten condenados a muerte sin distinción del delito que hayan cometido.
El Internado Judicial Rodeo II y III fueron creados para albergar a 630 privados de libertad cada una, pero en la actualidad estos espacios tienen hacinamiento crítico con más de 2.000 personas tras las rejas.
En celdas de 10×10 metros sobreviven entre 90 y 100 reclusos. Las condiciones insalubres en las que habitan son agudas, sometiendo a los reos a una especie de tortura en evidente violación a sus derechos humanos.
Tuberculosis, paludismo y hepatitis son las enfermedades que abundan actualmente en este recinto. En este sentido, el equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) conversó con los familiares, quienes aseguraron que actualmente hay más de 200 presos enfermos, muchos de ellos sin diagnóstico y mucho menos tratamiento.
“En estos momentos hay muchos casos de escabiosis, diarrea y vómitos por falta de agua potable. Abundan también los desnutridos, es un desidia total, algunos de los presos no tienen ropa y en estos momentos la mayoría de los familiares tenemos solo para la comida, no aceptan franelas, shorts ni monos que no sean del color del uniforme exigido por el penal que no sean los del uniforme”, comentó la desesperada madre de un recluso.
Asimismo se pudo conocer que los familiares no pueden llevar más de 5 litros de agua, lo que es una complicación para las madres que viven lejos, incluso en otros estados, y solo pueden viajar hasta el penal cada 15 días. En tanto, los presos que se quedan sin el líquido deben pagar hasta 2.500.000 Bs por tener unos pocos litros extras cuando llega el agua al recinto penitenciario.
En otro orden de ideas, los familiares denunciaron que los presos son alimentados con agua de arroz y a veces una papa hervida. Entre lágrimas las madres le comentaron al equipo del OVP que los muchachos están desesperados por el hambre, incluso hubo casos de reos que se acostaron a dormir y nunca más abrieron los ojos.
“Se acuestan a dormir y amanecen muertos, ni siquiera saben por qué murieron. Es horrible, no los dejan tomar ni unos minutos de sol, solo cuando llega el agua es que salen. Además los baños están pestíferos, ni ellos aguantan el hedor, tienen sarna, llagas y nadie hace nada, todos están sentenciados a muerte”, aseveró la hermana de un privado de libertad, que prefirió no revelar su identidad por temor a represalias.
Sin derecho a redenciones
“Hay unos que se encuentran en fase de juicio y cuando van a ver si los atienden, en el penal les dicen que tienen que ser trasladados a tribunales, pero entonces cuando vamos a tribunales siempre hay una excusa. No nos atienden ni por un lado ni por el otro, tienen que estar de suerte para ser atendidos, o quizás tener mucho dinero”, relataron los familiares.
La paralización deliberada de la justicia ha acarreado altos niveles de corrupción, donde familiares que no tienen dinero verán a sus hijos o cercanos perder su vida en estos recintos.
En Rodeo II y III se están no se están realizando redenciones, y en tribunales no dan los cálculo de cómputos, siendo este recurso una manera de ayudar a liberar las cárceles, evitar hacinamiento y tener mayor control de la población penitenciaria, denuncian los familiares a OVP.
“Necesitamos esa ayuda urgente y el que merezca salir que así sea, hay muchachos que ya cumplieron su pena o ya optan por un beneficio y los tienen hacinados allí”, sentenciaron los parientes.
La garantía de los derechos de los privados de libertad está directamente relacionada con la densidad de ocupación de los espacios de los centros penitenciarios. En un ambiente que se encuentra ocupado sobre su capacidad máxima es muy difícil mantener el régimen penitenciario y además es considerado un condicionante negativo de la agresión carcelaria.
Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones