Los países del golfo Pérsico han cerrado filas en torno a Arabia Saudí, condenando cualquier “interferencia” en la soberanía del reino ultraconservador, tras la publicación del informe que apunta a que el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman ordenó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018.
Los países del golfo Pérsico, así como el Parlamento de la Liga Árabe, no se hicieron esperar para mostrar su apoyo a su vecino y aliado, Arabia Saudí, que ayer tachó de “falsas” e “inaceptables” las acusaciones que figuran en el informe publicado por el Gobierno de Estados Unidos liderado por el presidente Joe Biden.
Kuwait, Baréin, el Yemen y Emiratos Árabes Unidos difundieron comunicados a través de sus ministerios de Exteriores en los que condenaron y rechazaron “cualquier intento de explotar esta cuestión”, en referencia al asesinato de Khashoggi, o de “interferir en los asuntos internos del reino”.
Los bareiníes fueron más allá e hicieron referencia a “la importancia del liderazgo” de Mohamed bin Salman, hombre fuerte y gobernante de facto de Arabia Saudí, a quien calificaron de “digno de confianza”.
UN INFORME QUE CARECE DE “EVIDENCIA”
“El informe no es más que una opinión sin evidencia concluyente”, dijo en un comunicado Nayef Falah al Hajraf, el secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), el organismo regional que agrupa a las seis principales potencias de esta zona de Oriente Medio.
Asimismo, expresó su apoyo “a todos los pasos que el reino de Arabia Saudí tome para preservar sus derechos, impulsar sus logros y respaldar su papel moderado”.
La Oficina de la Directora de Inteligencia Nacional de EE.UU. publicó el viernes un documento en el que dice que el príncipe heredero saudí Mohamed Bin Salman “aprobó la operación en Estambul, Turquía, para capturar o matar al periodista saudí Jamal Khashoggi”.
El informe agrega que esta evaluación se basa en el control por parte de Bin Salman del proceso en la toma de decisiones en el reino, así como en la implicación directa de asesores y miembros de la seguridad del príncipe heredero en el asesinato, y en su apoyo al uso de medidas violentas para acallar a disidentes en el extranjero.
“Desde 2017, el príncipe heredero ha tenido un control absoluto de las organizaciones de Seguridad y de Inteligencia del reino, lo que hace altamente improbable que funcionarios saudíes llevaran a cabo una operación de esta naturaleza sin la autorización del príncipe”, subraya el texto.
Tras la publicación del documento, Washington anunció sanciones y restricciones de visado a 76 saudíes que “se cree que han estado implicados en amenazas a disidentes en el extranjero”, algunos de ellos involucrados en el asesinato de Khashoggi, aunque el príncipe heredero no figura entre los sancionados.
Esta situación podría conllevar un giro de 180 grados en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí, su principal aliado en el golfo Pérsico, puesto que además la Administración Biden dijo que está revisando las relaciones con el reino “en su totalidad” y, en especial, la venta de armamento.
MOHAMED BIN SALMAN, EN EL PUNTO DE MIRA
En una entrevista en el programa 60 minutes de la CBS emitida en 2019, Bin Salman negó rotundamente su implicación en el asesinato de Khashoggi.
“Si hay alguna información de ese tipo que me acusa, espero que se presente públicamente”, dijo entonces el poderoso príncipe saudí.
El corte de la entrevista ha sido ampliamente utilizado por la prensa saudí, que ha defendido en sus editoriales la inocencia de su gobernante y ha viralizado la etiqueta en Twitter “Todos somos Mohamed bin Salman”, que se ha colocado en el “trending topic” mundial durante la jornada.
Hasta el momento, el príncipe heredero no se ha posicionado públicamente sobre el informe, que podría minar la estrecha relación entre Estados Unidos y el reino que el expresidente Donald Trump, junto a su yerno y asesor Jared Kushner, fomentaron durante años protegiendo a Bin Salman de las acusaciones.
Asimismo, ONG, activistas y amigos del periodista no se han mostrado del todo satisfechos con las acciones de la Administración Biden, puesto que excluyen al controvertido príncipe de las sanciones y defienden que este factor podría “consolidarlo en el trono”.
Khashoggi, de 59 años, residente en EE.UU. y colaborador del diario The Washington Post, era un enconado crítico de la familia real saudí.
El 2 de octubre de 2018 entró en el consulado saudí en Estambul, del que nunca salió. Fue asesinado por un grupo de personas que después mutilaron su cuerpo, que nunca ha sido recuperado.
En Arabia Saudí, ocho individuos fueron condenados por la muerte de Khashoggi y cinco de ellos fueron sentenciados a la pena capital, pero luego se les conmutó por la de 20 años de cárcel tras obtener el perdón oficial de la familia del periodista.
EFE