El primer ministro británico, Boris Johnson, defendió este lunes su política de fronteras para controlar la pandemia, que incluye la prohibición de vuelos desde países de riesgo y cuarentenas obligatorias en hoteles designados, ante la entrada al Reino Unido de la variante brasileña del coronavirus.
En declaraciones a la prensa durante una visita a Stoke-on-Trent (centro de Inglaterra), dijo que su Gobierno impuso ese plan “lo más rápido posible”, después de que el líder laborista, Keir Starmer, lo haya acusado de “no haber protegido las fronteras debidamente” y de aplicar con “lentitud” una estrategia insuficiente.
Johnson insistió en que el régimen fronterizo efectivo en el Reino Unido, que exige un total de tres pruebas diagnósticas antes y después de llegar al país, “es uno de los más estrictos del mundo”.
Sin embargo, Starmer opina que el Ejecutivo se demoró al no imponer hasta el pasado 15 de febrero la obligación de aislarse en hoteles a los viajeros llegados de países con variantes de riesgo y criticó que solo suspendiera los vuelos directos, sin contemplar la posibilidad de que el virus penetrara mediante rutas con escalas.
El líder laborista considera que el Gobierno conservador, que solo permite viajes “esenciales”, debería imponer más limitaciones también a las personas llegadas de lugares percibidos como de menos riesgo, que actualmente tienen la obligación de hacer cuarentena por su cuenta y presentar los tres tests.
La polémica sobre la gestión del Gobierno de Johnson ha resurgido después de que el domingo se confirmara que hay en este país seis casos de la variante brasileña, que penetraron antes del 15 de febrero y en algún caso en vuelos con escalas.
Las autoridades tratan de localizar a uno de estos portadores, que al parecer no rellenó bien el formulario obligatorio, ante el temor de que la variante de Manaos, más contagiosa, se propague y socave el programa nacional de vacunación, con el que ya han sido inoculadas con una primera dosis más de 20 millones de personas.
EFE.