Francisco emprende mañana su viaje a Irak, el más difícil de su pontificado, en medio de una pandemia y tras los últimos atentados y lanzamientos de misiles, pero también el más deseado, para dar esperanza a los cristianos del país, casi desaparecidos, y tender la mano a los musulmanes chiíes.
El papa, que retoma sus visitas internacionales tras 15 meses y que ya fue el primero en visitar la Península Arábiga, también será el primero en llegar a Irak, la tierra del profeta Abraham, a la que tanto Juan Pablo II y Benedicto XVI quisieron viajar pero nunca lo consiguieron.
UN VIAJE CUESTIONADO PERO DESEADO
El 33 viaje del papa argentino, hasta el día 8, se producirá en medio de una pandemia mundial que ha limitado los viajes de todos y ha obligado a Irak a establecer toques de queda y restricciones en los lugares cerrados por el aumento significativo de casos en los últimos días. Casi 4.000 respecto a los pocos centenares de las semanas anteriores.
Por eso durante el viaje, que para muchos es demasiado precipitado, se prestará una especial atención a las posibles muchedumbres que se concentren en los actos del papa.
A pocos días de la llegada del pontífice, el nuncio (embajador) Metja Leskovar dio positivo por COVID-19 y se tuvieron que realizar pruebas a los empleados y desinfectar la nunciatura, donde dormirá el papa.
Francisco y toda la delegación que le acompaña, incluidos los periodistas, han sido vacunados.
Solo un centenar de personas participarán en los actos del papa, aunque las autoridades han concedido excepciones en las concentraciones y permitirán una misa el domingo 7 de marzo para cerca de 10.000 fieles en el estadio de Erbil, que puede albergar hasta 30.000 personas.
Será una misa para homenajear a los cerca de 300.000 cristianos que quedan en el país, frente a los 1.400.000 que eran en 2003.
También se ha reforzado la seguridad en todos los lugares que visitará Francisco, sobre todo después del doble atentado del 21 de enero que causó la muerte a 32 personas en Bagdad y de los nuevos lanzamientos de misiles contra bases de la coalición internacional con presencia estadounidenses.
Todo parece indicar que en la seguridad del viaje colaborarán junto a las fuerzas iraquíes las militares internacionales desplegadas en Irak.
Asimismo, por motivos de seguridad y para impedir aglomeraciones a su paso, Francisco hará sus traslados en un coche cerrado y previsiblemente blindado.
A pesar de las dificultades, Francisco dejó claro porque realiza esta visita: “No se puede desilusionar” a este pueblo por segunda vez, después de que a Juan Pablo II no se le permitiera ir, dijo este miércoles tras la audiencia general.
“Deseo tanto encontraros, ver vuestros rostros y visitar vuestra tierra antigua y extraordinaria cuna de civilizaciones, vengo en peregrinación para implorar al señor perdón y reconciliación después de la guerra y el terrorismo”, dijo Francisco en un mensaje enviado al país.
TRES DÍAS EN LOS LUGARES DEL SUFRIMIENTO IRAQUÍ
En solo tres días, el pontífice irá al sur, a Ur de los Caldeos, y al norte, a la llanura de Ninive y las ciudades de Mosul y Qaraqosh, destrozadas por el Estado Islámico y donde se concentraba la población cristiana que ha quedado reducida a la mitad, además de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí que dio cobijo a los que huían de los yihadistas.
En Ur, en la antigua Mesopotamia ante el impresionante Zigurat, construcción sumeria patrimonio de la Unesco, Francisco celebrará un encuentro interreligioso en el lugar de nacimiento de Abraham, profeta de las tres grandes religiones monoteístas.
Después, en Mosul, celebrará una oración por las víctimas de todas las guerras entre las ruinas de una de las iglesias destrozadas por los terroristas del EI.
Mientras que en Qaraqosh, la ciudad escenario del gran éxodo de los cristianos, encontrará a esta comunidad que poco a poco ha vuelto a sus casas tras años de sufrimientos y escuchará sus testimonios.
En la ciudad de Nayaf, uno de los lugares más santos del Islam, se reunirá con el gran ayatolá Ali Al-Sistani, uno de los principales líderes de los chiíes en todo el mundo, en un encuentro de enorme trascendencia para el diálogo entre religiones.
Es una visita considerada histórica y clave en las relaciones entre el Vaticano y el Islam. EFE