La investigadora española Lina Yoon, que lleva un lustro documentando violaciones de derechos humanos en Corea del Norte, subraya en una entrevista con Efe el preocupante aislamiento adoptado por el país a raíz de la pandemia y cómo el régimen lo aprovecha para reforzar su control.
“Corea del Norte ya desde siempre es un agujero negro, pero ahora está aún más oscuro. Nunca en los últimos 20 años ha estado más a oscuras”, cuenta por teléfono desde Madrid Yoon sobre cómo el cierre a cal y canto del país va a hacer aún más difícil conocer su situación alimentaria o los abusos del régimen.
Ante este apagón informativo que complica enormemente su labor, Yoon (Orense, 1980) ha decidido hacer público su perfil como investigadora de la ONG Human Rights Watch (HRW).
También, aprovechando que estos días se presenta un nuevo informe sobre Corea del Norte ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU de cara a la promulgación de una nueva resolución a final de mes, Yoon quiere resaltar la gran preocupación que existe en HRW.
EN EL ANONIMATO
Desde que comenzó a trabajar con HRW en 2014 su nombre había permanecido oculto en sus múltiples artículos publicados, así como en los dos exhaustivos y alarmantes informes que realizó sobre los abusos sexuales que padecen a diario las norcoreanas (2018) y el brutal sistema de prisión preventiva en el país asiático (2020).
“He estado con este perfil ‘no público’ principalmente para proteger a gente con la que he estado en contacto”, explica.
Ha hablado con desertores, contrabandistas norcoreanos que entran y salen del país, diplomáticos, trabajadores humanitarios, y en definitiva cualquiera con acceso a Corea del Norte o conexiones dentro del Estado más hermético del mundo.
Pero todo eso ha cambiado, señala Yoon, con el endurecimiento de las sanciones, que fortaleció la seguridad china en la frontera, y la pandemia, que ha acabado por deparar un cierre casi total de la divisoria por parte norcoreana ante el temor del régimen a que el virus golpee al empobrecido país.
Así, 2020 -año en que Pionyang aprobó una normativa para que el ejército dispare a todo el que se acerque a la frontera- fue el que menos llegadas de desertores a Corea del Sur registró en más de dos décadas.
A su vez, las medidas sanitarias fronterizas “extremas”, recuerda Yoon, hicieron que en el último trimestre las importaciones desde China, país del que Corea del Norte importa el 90 % de lo que necesita de fuera, fueran casi inexistentes.
“Desde octubre no ha entrado prácticamente nada de comida ni medicina”, afirma la investigadora, que asegura estar “muy preocupada” por la seguridad alimentaria del país tras los tifones que destruyeron cosechas en verano y el rechazo del régimen a recibir ayuda humanitaria del exterior por miedo a la COVID.
El cierre fronterizo ha dejado además prácticamente desiertas en Corea del Norte las sedes de embajadas, ONGs u organismos de la ONU, cuyo personal no ha sido reemplazado tras abandonar el país.
NUEVA LEY PARA CONTROLAR LA INFORMACIÓN
Yoon también aclara que se aprobó una nueva ley a final de 2020 que endurece la entrada de información desde fuera.
Normalmente las autoridades norcoreanas hacen redadas periódicas para requisar DVDs, tarjetas SD o USBs con contenidos multimedia extranjeros o teléfonos chinos que permiten llamar fuera del país.
“Sin embargo, esta nueva ley persigue y castiga de manera más específica la posesión de dispositivos electrónicos y demás que no estén registrados con el Gobierno”, añade la investigadora.
“Las medidas que ha activado ahora Kim Jong-un afectan a la distribución de información, a la distribución de comida y de cualquier material y al cierre de fronteras. Es precisamente el control de estas tres áreas lo que el régimen perdió en los noventa” con el colapso de su economía y la consecuente hambruna, destaca.
De cara a la nueva resolución de la ONU, Yoon dice que HRW pide “un enfoque continuo y persistente en el tema de la responsabilidad penal” del régimen y sus integrantes a la hora de cometer abusos y “que se siga documentando la situación de los derechos humanos de cara a usar esa información en futuros procesamientos”.
También han pedido al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que se dé mayor acceso a expertos en contabilidad forense, “para que sigan el dinero” ligado a productos que Corea del Norte exporta -principalmente a China- como carbón o pelucas y que son fruto de trabajos forzados.
EFE