Mohammed Abu Rdan no ha conocido más que conflictos a lo largo de su corta vida. Nacido en la zona rural de Alepo en 2011, cuando comenzaron las protestas pacíficas contra el gobierno del presidente Bashar al-Assad, su infancia es cualquier cosa menos típica.
Las protestas se convirtieron rápidamente en un conflicto múltiple que involucra a las potencias mundiales, ha dejado cientos de miles de personas muertas y desplazado a millones más.
Abu Rdan, que ahora vive en un campamento de desplazados en el norte de Alepo, se ha convertido en el principal sostén de su familia después de que una enfermedad cardíaca impidiera que su padre trabaje. Como para muchos otros niños sirios, la escuela se ha convertido en un sueño lejano.
“Teníamos una casa y solía ir a la escuela todos los días, pero ahora vivimos aquí, destruyeron nuestra casa y nuestra escuela”, dijo Abu Rdan.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) declaró a principios de este mes que el 90% de los niños del país necesita ayuda humanitaria, lo que supone un aumento del 20% sólo en el último año.
Tras 10 años de conflicto, casi 2,45 millones de niños en Siria y otros 750.000 niños sirios en los países vecinos no están escolarizados, según datos de UNICEF.
Abu Rdan se levanta todos los días al amanecer y desafía el frío para pararse al lado de la carretera y hacer autostop para recorrer los 10 km que le separan de la fábrica de productos de limpieza donde trabaja.
Sus largas jornadas de trabajo, la mayoría de las veces de hasta 10 horas, le hacen ganar 100 liras turcas (13 dólares) al mes. Ese es el único ingreso de su familia.
El niño comparte una tienda de campaña con sus padres y sus tres hermanas que apenas les protege del duro invierno sirio, que incluye lluvias torrenciales y nieve.
Abu Rdan cobra en moneda turca debido a que vive y trabaja en una zona controlada por los rebeldes respaldados por Turquía, tras haber huido de su pueblo natal, la aldea de Marshoureen, que ahora está en manos del gobierno.
Assad domina ahora muchas partes del país, ayudado por el Ejército ruso y las milicias chiíes de Irán, pero Turquía, que apoyó a los rebeldes que intentaron derrocarlo, tiene poder sobre franjas de territorio en el noroeste.
UNICEF afirma que más del 75% de las violaciones graves contra los niños registradas en Siria en 2020 -incluyendo asesinatos, mutilaciones, reclutamiento para combatir, violencia sexual y ataques a las escuelas- se produjeron en el noroeste. Reuters